Aunque grupos indígenas de tzotziles, tojolabales, choles y tzeltzales han iniciado movilizaciones con la finalidad de celebrar un aniversario más del alzamiento armado del autodenominado ejército zapatista de liberación nacional, que se habrá de cumplir el día de mañana, lo cierto es que en realidad, los grupos éticos de esta zona y los del resto del país, nada tienen qué celebrar, pues su condición permanece prácticamente igual que antes de ese acontecimiento.
La guerra civil que se presentó en el estado de Chiapas en las primeras horas del año de noventa y cuatro, no duró sino unos cuantos días y quienes lamentablemente murieron en ella lo hicieron en forma inútil, desde el punto de vista de la causa que defendían, sea porque fueron engañados, unos, al hacerles creer que libertarían al pueblo de México, sea porque torpemente, otros (los policías) se enfrentaron a grupos escasamente armados y de no haber ofrecido resistencia, nada les hubiera sucedido.
Pero de entonces a la fecha, han transcurrido casi nueve años, durante los cuales la situación de los indígenas se ha visto relativamente mejorada y para lo único que sirvió aquel enfrentamiento armado, fue para dar notoriedad y falsa relevancia a quien materialmente hizo cabeza en ese movimiento, pues el subcomandante Marcos es el único que ha logrado sacar provecho de tan lamentable situación y aún hoy día mantiene viva su presencia al través de los medios de comunicación.
Los quince minutos en los que el presidente Vicente Fox resolvería el conflicto, han transcurrido con exceso y lo único que ha hecho su gobierno, es alentar la existencia de grupos armados a sabiendas de que, como en el caso del EZLN, nada habrá de pasarle a quienes en ellos participen, como nada le ha sucedido a Marcos, no obstante que, visto está, solo busca mantener y explotar la imagen del “libertador” insurrecto que duerme tranquilo en algún punto de la selva chiapaneca.