Durante la semana pasada se llevó al cabo en todo el país una campaña para promover la donación altruista de órganos y tejidos, pues aún no existe en nuestro país una cultura en ese sentido y hay reticencia de muchas personas a otorgar la autorización para que, a su muerte, se disponga de aquellos órganos que puedan serle útiles a otros y esa reticencia se extiende con frecuencia a los familiares de los fallecidos.
Por ello, es importante que las dependencias del sector salud de los tres niveles de gobierno, realicen campañas permanentes para sensibilizar a la población de la importancia que tiene el acceder a que sus órganos sean utilizados después de su muerte, sin necesidad de ulteriores trámites y sin que intervengan otras voluntades más que la expresamente manifestada por quién sí está convencido de las bondades de una decisión de tal naturaleza.
En Coahuila, desde mil novecientos noventa y seis, existen disposiciones normativas que regulan la donación de órganos y al través de procedimientos administrativos, como es el de la expedición de licencias para conducir, es posible dejar asentada la voluntad de donar órganos y tejidos humanos. Pero ello no es suficiente, porque la autoridad no puede tener la información oportuna de quiénes son esos donadores y tomar las providencias del caso.
Por ello, se hace necesario el establecimiento de medidas administrativas que posibiliten el que los centros hospitalarios de todo el estado puedan saber con certeza si una persona de cuyo fallecimiento tienen conocimiento, es un donador, de manera que lo comuniquen de inmediato a aquellas instituciones en las que se encuentran personas enfermas a la espera de un implante y hacer efectiva la autorización que actualmente no pasa de ser una mera declaración de buena voluntad, con escasa utilidad.