El homicidio cometido en la persona de un Jefe de la Policía Ministerial de Coahuila, obliga a reflexionar sobre la presencia de bandas criminales en el seno de nuestra sociedad. De acuerdo a los antecedentes del caso, el servidor público que en vida llevó el nombre de Cipriano Floriano Navarrete, se distinguió por haber aprehendido en fechas recientes a traficantes notables del ámbito regional.
Lo anterior es prueba de que en la Comarca existen personas y grupos dispuestos a cometer toda suerte de crímenes e incluso privar de la vida a sus semejantes, para sostener intereses económicos y de poder que son ilegítimos. La amenaza de la descomposición social sale del mundo de la ficción y de la lejanía de otras latitudes del planeta y se presenta en esta ciudad y región como una amenaza actual e inmediata para nosotros y nuestras familias.
Ante los hechos, el consumo de drogas se revela como causa y motor que erige estructuras de muerte entre nosotros, con la responsabilidad que eso conlleva para los involucrados. Padres de familia, hermanos, amigos, maestros, sacerdotes, líderes de opinión y medios de comunicación, debemos cobrar conciencia de que la lucha contra el narco, está muy lejos de tener éxito si se limita al campo policiaco y en cambio, nos concierne a todos.
La muerte de Cipriano a manos de sicarios que operan desde las sombras de la ilicitud, deja en la viudez y en la orfandad a sus seres queridos y enluta a la Comarca Lagunera en su conjunto. Falta esperar cuál será la reacción de nuestras autoridades frente a este embate del crimen organizado que implica un agravio a la comunidad y cuál será la respuesta de una sociedad que tiene en su seno, la causa de su problemática y el germen de la solución.