Una de las asignaturas que seguirá pendiente en el municipio de Torreón, es la relativa a la ordenación, control y mejoramiento del transporte público de pasajeros, pues a pesar de que se ha dado la alternancia en las administraciones, ninguno de los ayuntamientos ha logrado avanzar significativamente en la solución a ese complejo problema y lo más que se ha podido hacer es mejorar las unidades, pero el caos continúa siendo el signo distintivo.
Ahora, como hace tres años, se piensa que con el cambio de administración resurge la esperanza de que nuestra ciudad cuente con un sistema de transporte digno y a la altura de las expectativas de la ciudadanía, aunque esa esperanza se finque únicamente en el hecho de que iniciarán sus tareas nuevas autoridades de un origen partidista distinto, pero no hay signos ostensibles de que las cosas puedan cambiar y más bien apuntan para que continúen como hasta la fecha.
Es seguro que para estos momentos, muchos de los concesionarios del transporte público que saben muy bien cómo darle atole con el dedo a las autoridades, ya están poniendo en operación la misma estrategia que han utilizado un trienio tras otro, de manera que iniciarán el año manifestando su total disposición para realizar los cambios que sean necesarios para dar un mejor servicio, pero a condición de que esos cambios sean consensuados.
Las autoridades caerán muy pronto en el garlito y formarán una comisión para analizar esos cambios y elaborar un programa de acción para ponerlo en operación. En esa tarea se irá un año, porque los transportistas irresponsables, siempre se las ingenian para alargar las negociaciones. Luego vendrá la etapa de supuesta implementación, con los ajustes que nunca concluyen. Y para cuando el ayuntamiento quiera exigirles el cumplimiento de los acuerdos y la aplicación estricta de la ley, ya se habrá acabado el trienio. Sobre aviso, no hay engaño.