El ultimátum hecho por la Confederación Nacional de Gobernadores al presidente Vicente Fox, para que el Gobierno federal ofrezca una explicación respecto a los recortes al presupuesto que afectan a los estados, es un hecho inusitado en nuestra vida pública. Lo anterior porque bajo el viejo régimen de Partido de Estado que imperó en la mayor parte del siglo pasado, la autonomía de las entidades federativas fue letra muerta y su vigencia, hasta ahora comenzamos a conocer.
Por ello en la tensión suscitada entre ambos niveles de gobierno con motivo del tema que nos ocupa, es positivo que la exigencia tenga cabida y que el Ejecutivo federal ofrezca la explicación solicitada, como corresponde en un sistema de mocrático. Sin embargo como elemento negativo, la petición de los gobernadores se plantea en tono de ultimátum seguido de una advertencia de abandonar los cauces de la relación con el Presidente, lo que resulta inconveniente y estéril.
En aras del cuidado de su propia imagen, los gobernadores de la Conago que en su mayoría surgieron del Partido Revolucionario Institucional, deben ser muy serios en cuanto a sus demandas federalistas. La ciudadanía no olvida que en la era priista, estos mismo gobernadores fueron incapaces de hacer la menor interpelación al Presidente de la República, ni en temas presupuestarios ni en ningún otro tópico de la vida nacional.
No cabe duda que las cosas están cambiando en nuestro país, pues planteamientos relativos al debate público nacional que antes se antojaban imposibles, hoy son parte de nuestra diario quehacer y acontecer. De todos los protagonistas de nuestra vida pública, depende que los cambios que están ocurriendo se conduzcan por caminos productivos en aras de un mejor entendimiento entre los mexicanos gobernantes y gobernados y no se extravíen en las veredas de la confrontación o la reyerta.