No creas en lo que has oído. No creas en la tradición sólo porque proviene de muchas generaciones. No creas en lo que se ha dicho muchas veces, incesante y repetidamente. No creas en algo sólo porque haya sido escrito por algún viejo considerado sabio por muchos. No creas en las conjeturas. No creas en la autoridad, en los maestros o en los ancianos. Cuando hayas observado y analizado detenidamente cada cosa, que esté de acuerdo con la razón y beneficie a uno y a todos; entonces acéptala y vive conforme a ella. Esto significa que todo aquello que llevas contigo y que denominas creencia, lo haz hecho tuyo debido en gran parte al testimonio y las experiencias de otras personas. Si te llega a través de una fuente exterior, independientemente de lo que pueda ser el proceso de condicionamiento y de cuantas personas hayan contribuido a convencerte de la verdad de esas creencias, por el hecho de que sea una verdad ajena, siempre debes recibirla con dudas, interrogantes y escepticismo. El hecho de que una tradición goce de aceptación de siglos, no significa que debes aceptarla. Tienes que conocer por la experiencia directa: oír es una forma indirecta que te condiciona, que te programa.