Los norteamericanos tienden a tener muchos problemas de fertilidad, un problema que nos sería bastante benéfico a los pueblos latinoamericanos, que estamos tan aterradoramente superpoblados. Los norteamericanos invierten más de dos mil millones de dólares anuales en la búsqueda de un bebé. Y esta industria, con toda una serie de ramificaciones, crece y crece con los días. Hace apenas 12 años, había en los Estados Unidos algunas 30 clínicas de fertilidad; hoy, se cuentan más de 400 y se administran como corporaciones. El mercado potencial es amplio. Se cree, de acuerdo a las estadísticas más recientes, que hay cerca de tres millones de parejas infértiles en ese país. ¡Qué envidia! Las clínicas de fertilidad son demasiado caras y por lo general no son cubiertos sus gastos por las compañías de seguros. Así, que corren por cuenta y riesgo de las parejas que quieren concebir a como dé lugar. La mayoría de ellas, después de muchos gastos y esfuerzos estériles, vuelven con las manos vacías, y se tienen que conformar a su destino o buscar una adopción. Y es aquí en donde entra otra multimillonaria industria de algunos dos mil millones de dólares al año: las adopciones legales e ilegales. Entre las adopciones ilegales, se encuentran los bebés que se contrabandean del extranjero, muchas veces secuestrados. Y también los niños que diariamente se roban en Estados Unidos: uno cada 3 minutos.