El derecho a no morir en un sufrimiento tormentoso es tema de debate en los Estados Unidos. En Holanda, ayudar a las personas que están muriendo a suicidarse ya es legal. Al fin y al cabo, el argumento es que el camino hacia lo inevitable se hace más fácil. Hoy en día, con los métodos extraordinarios para prolongar la vida, la medicina se ha deshumanizado y desapercibe la tortura a la que somete a incontables enfermos que simplemente no tienen remedio. El debate ético se centra en la pregunta de si tenemos o no derecho a solicitar que se termine nuestra vida, cuando las esperanzas de recuperación se han desvanecido. Los que apoyan este derecho dicen que un adulto competente desde el punto de vista mental, pero terminalmente enfermo, tiene derecho a decidir si va a evitar el sufrimiento extremo que finalmente lo conduce a lo mismo. Los que se oponen dicen que se debe respetar la vida, que es necesario respetar el aspecto sagrado de la existencia y que se debe hacer todo lo posible por preservarla a cualquier costo. Este argumento parece muy extremista e impersonal y hasta cruel, ya que no toma en cuenta el terrible sufrimiento no solamente del enfermo sino de sus familiares. La medicina se ha deshumanizado y comercializado a tal grado que lo que antes era fácil hoy está prohibido: Morir cuando ya no hay esperanza y cuando el sufrimiento es avasallador.
