El profesor sudanés Ushari Ahmed Mahomud ha expuesto el regreso de la esclavitud en su país. Él dice que lo que sucede es que las milicias árabes armadas llegan a las villas o las montañas, queman las casas, matan a los hombres y se llevan a las mujeres, sin importar la edad. Estas mujeres son llevadas a campos especiales, en donde son divididas por edades y apariencia. Los jefes de las milicias se las reparten. Pueden hacer lo que quieran con ellas. Las pueden vender. En ocasiones se crean mercados de subastas a donde llegan gentes de otros países africanos en busca de esclavas. Mientras tanto, se les pone a trabajar en el campo, sin importar su condición física o edad. A la mayoría de las esclavas se les merca como ganado. Cuando alguien quiere huir, los amos pueden hacer lo que quieran: matarlas o imponer castigos severos, como latigazos, e incluso mutilarlas. Los niños de los amos se montan a pasear sobre las esclavas como si fueran burros. Y todo ello ocurre con la complacencia del gobierno sudanés. Muchos funcionarios gubernamentales participan de este tráfico de esclavas. Además, comercian con los órganos de ellas que se requieren en otros países, y para los cuales se hacen pedidos especiales. Incluso, a las mujeres más saludables, se les guarda en celdas, después de su larga faena, de acuerdo a su tipo de sangre, pues es muy vendida en el exterior.