La medicine ciertamente ha hecho grandes avances en el conocimiento y el tratamiento de los así llamados “maniacodepresivos”, quienes oscilan permanentemente entre el cielo y el infierno –entre la exaltación y el estado de ánimo más sombrío. Ello se debe a un desorden bioquímico del cerebro. La persona maniacodepresiva sufre de alteraciones radicales de estado de ánimo. El estado mental puede cambiar bruscamente hacia la irritabilidad y la rabia ante la menor dificultad u oposición. Estas personas manifiestan un optimismo desmedido, falta de juicio, sensación de omnipotencia, hiperactividad, rapidez en el habla y en el pensamiento y una disminución de la necesidad del sueño. Durante la fase de manía, la persona se siente capaz de hacer cualquier cosa; se embarca en proyectos grandiosos e irrealizables; gasta el dinero y se molesta fácilmente cuando le llevan la contraria. Este individuo tiene la cabeza llena de ideas y energía, pero los síntomas se pueden acompañar de una creciente impaciencia y agresividad. Después de algunos meses de la fase maniaca, el individuo pasa al episodio depresivo. Puede experimentar la pérdida de peso y del apetito, fatiga, pérdida de energía, sentimientos de inutilidad y culpa y disminución de la capacidad para concentrarse y pensar, y para tomar decisiones.