Cuando se empezó a subestimar al médico general, las escuelas de medicina cambiaron su nombre. Ya que las especialidades estaban dejando fuera de la escena al médico general, se optó por llamarle “internista”. Y se le convirtió en especialidad. Llámesele como se le llame, la medicina general seguirá siendo el primer eslabón de la cadena. Y en realidad hay una urgencia verdadera de médicos generales o internistas, ya que no todas las enfermedades son directamente catalogables ni aún en el hospital. Necesitamos más médicos internistas o generales que se preocupen de la totalidad del cuerpo, del todo. En una era de medicina tan especializada, la gente tiende a tener miedo. El médico general o internista tiende a dar confianza a los pacientes. La medicina se ha sofisticado y especializado tanto que muchas personas optan por buscar tratamientos alternativos. Y desde muchos puntos de vista tienen razón, aunque muchos de los así llamados “tratamientos alternativos” sean ficción. Hoy tienen más miedo a los hospitales, a las máquinas de alta tecnología, a la resonancia magnética, a los exámenes de laboratorio, a las tomografías, a las endoscopías. Y finalmente, como ocurre en muchos casos de enfermedades graves, y con el terror de la archi-especialización, las gentes sin conocimientos caen en manos de charlatanes que todo lo que les venden es esperanza.