Desafortunadamente, la creencia en los fenómenos paranormales se ha convertido en una parte integral de nuestra escena social contemporánea. Incluso en la televisión, se difunden programas para hacer creer a la gente que hay fundamentos en una amplia gama de fenómenos irracionales y sin pruebas como los OVNIS, la reencarnación, la telepatía e incluso la comunicación con los muertos. Esto es sorprendente, ya que hoy más que nunca hay acceso a la educación, y sin embargo, las masas se obstinan en aceptar lo increíble, lo ilógico e incluso estúpido. Todos estos fenómenos, llamados pomposamente “paranormales”, afectan lamentablemente a todos los estratos de la sociedad, incluyendo aquéllos en los que se suponía que debía haber más educación. ¿Por qué se obstinan las personas en creer en supersticiones y en mitos que no tienen fundamentos científicos? Cualquier reclamo de los charlatanes debería pasar el rigor científico en cuanto a hipótesis, evidencia y repetición de la experiencia. Algunos estudiosos han dicho que desde que el hombre surgiera como tal, después de una larga evolución, ha tenido una extraña necesidad de creer en lo misterioso, en lo escondido, en lo que no puede comprender. Entonces, tendríamos pues que suponer que la creencia en lo paranormal pudiera tener orígenes genéticos.