Es increíble para muchos, pero para los que lo viven de cerca sólo se trata de la realidad. En los Estados Unidos, los niños y jovencitos adolescentes que asesinan se están multiplicando y se están creando verdaderos enjambres de estas personitas psicópatas, sin conciencia, y sin remordimientos. Sobre todo en las grandes ciudades, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, en los barrios pobres, los niños están dispuestos a convertirse en armas caminantes. Muchos incluso se convierten en asesinos a sueldo. Y muchos niños matan a otros en peleas de pandillas o simplemente por absurdos. Generaciones enteras, sobre todo de minorías, se están convirtiendo en verdaderos sociópatas, candidatos a ir a la cárcel tarde o temprano. Las mismas autoridades reconocen que la situación se ha salido francamente de control. Y no tienen esperanzas de que los programas que inventan vayan a devolver el alma a esos jovencitos que nacieron para matar. Los jefes de policía han reconocido que los jovencitos son contratados desde las prisiones para “liquidar” enemigos. Los reformatorios están atestados de niños de 9 a 3 años que ya deben varias muertes, y sobre todo de gentes que ni siquiera habían visto en sus vidas. Son usados por los maleantes para eliminar a sus rivales. No es de sorprender que los niños y jóvenes sean los primeros sospechosos cuando matan adultos, sobre todo a sus propios padres.