Hemos de apreciar todos los días como un nuevo amanecer. La oportunidad la tenemos. El desafío a cambiar con todas sus posibilidades de crecimiento, de servicio y enriquecimiento personal viene empacado ante nosotros. Si nos deshacemos de todas las excusas, que a menudo envuelven y atrapan este paquete de oportunidades, podemos entonces desdoblarlo, para experimentar la emoción que brinda el diario vivir. Hay que apoderarse del regalo de la vida, con intensidad, con empecinamiento. La vida feliz no reconoce excusas. El presente yace ahí sin encubrimientos. Hoy es el presente; termina a la medianoche pero nos espera otro día presente para ser gozado.