Para encontrar el sentido por la vida, hemos de encontrar el camino para cultivar el hábito del optimismo. El optimismo no lo podemos decretar así nada más, pero podemos hacer una declaración de intenciones que nos proponemos ser optimistas. Empezamos con una actitud afirmativa hacia la vida. Cada mañana al levantarnos hay que pensar en la maravilla ésa que se llama vida. Cada vez que surjan pensamientos negativos, hay que sonar la alarma para sustituirlos por positivos. No tenemos ninguna razón para estar atados al pesimismo, excepto que ya lo dimos como un hecho. Podemos cambiar nuestras circunstancias si nos proponemos ver las cosas con optimismo, sin pretender someterlas a nuestros deseos.