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Para una señora muy digna

Guadalupe Loaeza

Mi muy estimada doña María Rubio Eulogio:

Antes que nada permítame decirle que estoy con usted. En primer lugar por todos los daños que ha sufrido el estado de Quintana Roo, a causa del huracán Isidoro. Y en segundo, muy especialmente, por todo lo que usted ha sufrido al cabo de 32 años casada con otro tipo de desastre. Me refiero al oscuro individuo, literalmente hablando, que tiene por marido y que desafortunadamente es el gobernador de los quintanarroenses.

Créame doña María que no tengo palabras para felicitarla por el hecho de haber denunciado al Diario de Yucatán la muy reprobable y ridícula conducta de ese señor que se llama Joaquín Hendricks Díaz. Es inconcebible que ante la situación en que se encuentra su tierra en estos momentos, el gobernador, haya tenido la desfachatez de ausentarse con la señorita edecán uruguaya a la que habría conocido en Cancún como parece ser la vox populi de Quintana Roo para irse de viaje a Alemania, Italia y España, mientras que sus paisanos luchaban para reparar todos los estragos que dejó el huracán. ¡Qué bueno que lo echó de cabeza! ¡Qué bueno que finalmente, se decidió a hablar y exhibirlo! Y, ¡qué bueno que se armó de valor para decir, públicamente, todo lo que tenía en el corazón desde hace tantos años! Ojalá que todas las mujeres que se encuentren en las mismas circunstancias sigan su ejemplo ya sea acusando a su respectivo marido ante su partido o bien con las autoridades.

¡Basta de quedarnos calladas! ¡Basta de ser la mujer sumisa que carga con la responsabilidad, de “ser padre y madre”, como dice que fue su caso durante tanto tiempo. Y, ¡ya basta de siempre asumir el papel de víctima, como nos suele suceder por culpa de nuestra educación!

Estoy muy contenta con su reacción, pero también me embarga una sensación de enojo, porque sé que hay millones de machos en nuestro país que actúan de la misma forma que su marido. Sin embargo en cuanto al señor Hendricks su responsabilidad es aún mayor, porque no nada más es el gobernador de un estado muy pobre, sino que actualmente necesita el doble de su atención, ya que su territorio ha sido declarado “zona de desastre”. ¡Qué cara dura de huir justo cuando más se le necesita!

Además de irresponsable, nada inteligente. Además, de cínico, poco sofisticado. Además de hipócrita, mentiroso. No contento de serle infiel a doña María, el pobre gobernador pretende engañar a todo su estado aduciendo que se había ido a Europa a buscar “inversiones” para Quintana Roo. Para colmo, se fue con el dinero de los quintanarroenses. ¿En cuántos euros le habrá salido todo el chistosito? Dinero que se pudo haber empleado en láminas, en despensas, y hasta en medicinas para los damnificados. ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza! Y, ¡qué tristeza!

Puesto que usted dice que están cortados por la misma tijera, espero que la esposa del Secretario de Turismo, también se dirija al Diario de Yucatán para balconear a su esposo. Lo importante, mi querida doña María, es que no nos quedemos ca-lla-di-tas. Que no nos volvamos cómplices de las debilidades de nuestro compañero. Y que no permitamos que nuestra autoestima se encoja, se haga chiquita, en otras palabras, sea lesionada.

¿Qué cree doña María? Que a Sofía le pasó lo mismo que a usted, es decir, le vieron la cara consuetudinariamente. En una ocasión el engaño fue tan flagrante, que su analista, al verla así de mortificada, le dijo: Es tan grave lo que le pasó, que nada más le puedo recetar una sola medicina: cuénteselo a todo el mundo. Sofía, no lo podía, creer. Pero sería como contar todas mis intimidades, le dijo con el rostro cubierto de lágrimas. Si usted no quiere terminar con una depresión que puede llevarla hasta el hospital, le aconsejo que se desahogue verbalmente, con todo el mundo. Cuénteselo a sus familiares, a sus vecinos, a sus amigos y hasta desconocidos. Ya verá que conforme lo cuente y lo cuente y lo cuente, se irá curando poco a poco. Aunque esta terapia, puede sonar un poco vengativa, funciona.

Tenía razón el sicoanalista. Sofía se curó. Lo malo con mi amiga fue que exageró. Hubo días que hasta se lo contaba a las empleadas de El Palacio de Hierro, al carnicero, a todos los choferes de taxi, a los policías de tránsito y a todo aquel que se dejara. Hasta al Papa, se le ocurrió escribirle para contarle sus penas de amor. Comenzó a ver tan buenos resultados, que a donde quiera que viajara, también lo platicaba. Lo platicaba en inglés, en francés, a señas, por escrito; empezó a mandar correos electrónicos hasta los cibernautas de la Patagonia. Era tal su frenesí y sus ganas de vengarse, que muchas veces tuve que suplicarle que se calmara.

¿Sabe usted cuándo supo Sofía que ya estaba totalmente curada? Cuando ya no sintió la necesidad de seguirlo contando. Por eso, la felicito de nuevo, doña María, porque tal vez sin darse cuenta, al haberse dirigido al Diario de Yucatán y contar todo lo que le había hecho su marido por tantos años, empezaba usted a automedicarse con una medicina que es como una panacea, es decir que lo cura todo. Las enfermedades del alma, los padecimientos del corazón, los males del hígado, y hasta las varices. (Yo también tengo y procuro no olvidar ponerme mis medias elásticas. Le recomiendo tomar mucha vitamina C, levadura y cápsulas de lecitina. Así mismo le aconsejo dormir con sus pies en alto e incluir en su dieta ajo, cebollas, jengibre y piña).

Aunque estoy consciente que en estricto rigor no tiene usted ninguna responsabilidad política ante su estado, fui sensible que se sintiera con una responsabilidad moral y ética frente a los momentos que está viviendo actualmente Quintana Roo, al afirmar: “Allá él si cuando termine como gobernador quiere irse del estado; yo aspiro a que nadie me señale como irresponsable. En muchos casos, Dios sólo nos da una única oportunidad de servir a nuestros semejantes (...) Ambos contrajimos un compromiso con la sociedad; ahora debemos cumplir, rendirle cuentas o que nos las exijan”.

No, señora mía, nadie la va a señalar como una persona irresponsable. La van a señalar como una mujer valiente y muy digna. La van señalar como una buena ciudadana quintanarroense que se expuso por ayudar a sus paisanos. Por lo único que, quizá, la van a señalar un poquito feo, es por su marido tan feo.

Como dice Marina Castañeda en su maravilloso libro El machismo invisible (Edit. Raya en el agua), en el capítulo “Yo soy la ley “. Hoy, por lo menos en las clases medias y educadas, ya no se escucha tanto este axioma central del machismo, porque la sensibilidad social ha cambiado y sería risible que alguien dijera una barbaridad de ese tamaño en público. Pero muchos hombres siguen actuando como si siguiera vigente, en las áreas donde pueden expresarse libremente, sin temor a hacer el ridículo”.

El ri-dí-cu-lo eso fue exactamente lo que logró el machín de Hendricks Díaz con su comportamiento tan infantil y tan corriente. Para mí que está en plena andropausia.

Por último quiero anunciarle que hoy sin falta depositaré un cheque a la cuenta de ayuda a damnificados.

Además, de que deseo ayudar a los damnificados de Quintana Roo, es una manera, también, de solidarizarme con usted, mi querida doña María. Sin más por el momento, le mando todo mi apoyo y admiración. No se olvide de seguir contándolo a todo el mundo.

Guadalupe.

P.D. Me acabo de enterar que su marido la acaba de despedir del DIF. He allí otra acción más, que lo pinta como es, mezquino y cobarde. No se preocupe doña María, estoy segura que contará con el apoyo de otras mujeres, para seguir ayudando. G.L

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