Río de Janeiro.- Edson Arantes do Nascimento "Pelé" marcó un día como hoy, hace 33 años, el milésimo gol de su carrera.
Fue de penalti, contra el Vasco da Gama y al portero argentino Edgardo Norberto Andrada.
El escenario no pudo haber sido el mejor. El estadio Maracaná, que por entonces seguía siendo "o maior estadio do mundo", había reunido la noche del miércoles 19 de noviembre de 1969 a un poco más de 100.000 aficionados con la esperanza de testimoniar el momento histórico en la llamada Copa de Plata.
El Santos, que comenzó perdiendo con tanto de Benetti, a los 17 minutos, había empatado con un gol en meta propia de René, a los 55.
Transcurrían 34 minutos cuando Pelé fue derribado dentro del área del Vasco da Gama por el defensa central Fernando. El árbitro Manoel Amaro de Lima no dudó en señalar el penalti.
El resto de la historia la mayoría conoce.
Pelé corrió en dirección del balón, dio su típica "paradinha" antes del remate y despachó el balón con fuerza al ángulo izquierdo. Los relojes marcaban las 23 horas y 23 minutos.
Andrada voló bien, casi en sincronía con el impacto. Hasta tocó el balón con sus dedos, pero la noche no era suya. Era de Pelé.
"Aquél día enfrenté al mundo. Hasta los seguidores del Vasco da Gama hicieron fuerza contra mí", recordó recientemente en diálogo con el diario "A Gazeta Esportiva" el ex portero nacido el 2 de enero de 1939 en la ciudad de Rosario.
"En aquella hora tuve un terrible miedo de fallar. Quedé nervioso. Sabía que todos esperaban el gol. Poca gente vio, pero me persigné antes de ejecutar el penalti", recordó, por su parte, Pelé.
Consumado el gol, el resto salió totalmente diferente de lo que había sido pactado entre los jugadores del Santos.
La idea original era que "el rey" saliese corriendo hasta la mitad de la cancha donde lo esperarían sus compañeros para el abrazo.
Pero mientras Pelé intentaba rescatar el balón del fondo de la red, quedó atrapado entre una nube de fotógrafos y reporteros. Su beso emocionado al balón y las palabras entrecortadas por el llanto con una dedicatoria a los niños de Brasil quedaron para el recuerdo.
Pelé desfiló sobre los hombros de Agnaldo, el guardameta de su equipo.
La alegría y la emoción, el vuelo y la hazaña fueron para Pelé ese día un hito tan grande como para la humanidad la llegada del hombre a la luna, ese mismo año.
EFE