“Son aquellos que toman ventaja de las oportunidades los que aventajan a los demás en el mundo.” George Eliot
Es verdad que el gobierno del presidente Fox logró una gran victoria al conjurar la huelga petrolera programada para hoy sin modificar apenas la oferta que hizo hace dos meses al sindicato petrolero. Pero ese triunfo no significa una mejoría en el funcionamiento de Pemex, una empresa supuestamente propiedad de todos los mexicanos pero que sólo ha servido para beneficiar al gobierno, a la élite política y al sindicato petrolero. Una victoria real de fondo sería la que llevara a construir un mejor Pemex: que realizara más inversiones, de manera más eficiente y para beneficio real de la sociedad mexicana.
Pemex sufre de un exceso de personal. La empresa cuenta con 96,000 trabajadores sindicalizados y alrededor de 20,000 de confianza. Los mismos funcionarios de la empresa reconocen que se podría generar la misma producción con un 60 por ciento del personal actual. Algunos cálculos son todavía más agresivos y plantean que un 40 por ciento del personal que hoy tiene la empresa sería suficiente para mantener la producción.
Pero los directivos niegan que vayan a seguir el camino del despido masivo para hacer a Pemex más eficiente. Según ellos, si bien hay un exceso de trabajadores en la empresa, el costo total de su remuneración es relativamente reducido. Efectivamente, el gasto en servicios personales de Pemex es de poco menos de 40,000 millones de pesos al año. Pero los costos totales de la empresa, incluso en estos tiempos de un castigado presupuesto de inversión, ascienden a 147,000 millones de pesos anuales.
Un recorte de personal tendría un costo inmediato muy alto por indemnizaciones y podría implicar también un nuevo y destructivo conflicto con el sindicato, el cual cuenta con cinco de los once asientos en el directorio de la empresa y puede, por lo tanto, defenderse de muchas maneras legales. Pemex, sin embargo, tiene posibilidades para crecer y usar productivamente a más personal. La clave sería no despedir gente hoy a un costo alto para contratar a nuevo personal mañana, sino adiestrar a los trabajadores actuales para llevar a cabo las funciones que Pemex en crecimiento necesitaría.
Esto es lo que logró Teléfonos de México después de la privatización de 1991. Uno de los acuerdos que permitió la venta sin conflicto de Telmex fue el compromiso del Grupo Carso de Carlos Slim para mantener el personal y adiestrarlo en las funciones de una empresa de mayor tecnología. La apuesta funcionó. Si bien es cierto que se eliminaron empleos tradicionales, como los de las operadoras, se abrieron nuevos puestos en los que se dio primero una oportunidad a quienes ya se encontraban en la empresa.
Pemex tiene mucho espacio para crecer. Es verdad que su carácter de monopolio estatal se ha convertido en un lastre para empresa y para la economía nacional, pero como la población mexicana se opone a su privatización no parece haber más opción que permitirle crecer con su actual situación.
En los últimos años las reservas probadas de crudo y de gas natural de la empresa han venido cayendo paulatinamente. Esto no es producto de la falta de yacimientos nuevos en el país, cuyo territorio con potencial petrolero sólo ha sido explorado en un 14 por ciento, sino de que no se han hecho las inversiones necesarias para encontrar y desarrollar nuevas reservas. Algunas regiones del país tienen un enorme potencial petrolero, pero para explorarlas se requieren grandes inversiones.
El sindicato y la población mexicana tendrán que darse cuenta de que para encontrar y explotar estas reservas se requerirá a menudo de la participación de empresas privadas que tienen la tecnología y el capital para realizar tales tareas. Esta participación, lejos de lesionar la soberanía nacional, permitirá la generación de mayor riqueza y empleos para los mexicanos, lo cual se traducirá en más prosperidad y soberanía.
México tiene una oportunidad histórica en un momento en que Estados Unidos está tratando de romper su dependencia del petróleo del Oriente Medio. Si hoy tomamos las medidas adecuadas para encontrar y desarrollar nuevas reservas petroleras, estaremos en posibilidad de generar un nuevo flujo de recursos para el país. Y ante las ventajas que ofrece esta oportunidad, palidece el acuerdo salarial logrado con el sindicato petrolero.
Oportunidad perdida
Generar recursos petroleros no lo es todo, por supuesto. Ya a fines de los setenta y principios de los ochenta el gobierno mexicano desperdició una enorme cantidad de petrodólares y hundió al país en un endeudamiento monumental. No sólo habría ahora que desarrollar la industria petrolera, sino tener cuidado de no desperdiciar los recursos que de ella surgieran.