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Pena de muerte al rating

Guadalupe Loaeza

“Es porque ves a López Dóriga”, me dijo Lolita mi hija cuando le comenté, en tanto desayunábamos, que no había noche en que mientras conciliaba el sueño, mi imaginación visualizaba justo el momento en que tres tipos abrían de golpe la puerta de la recámara empuñando aterrorizantes cuernos de chivo y gritando: esto es un asalto, ¡¡¡ca..!!! Lolita tiene razón. Todas las noches veo el noticiario del Canal de las Estrellas, y como consecuencia, todas las noches tengo pesadillas con los ojos abiertos, debido a que invariablemente, el tema que se aborda es el de la violencia urbana. Es verdad, que lo único que intenta hacer el conductor es informar con veracidad lo que realmente sucede en nuestro país. Lo más probable es que López Dóriga piense que ésa es precisamente su responsabilidad: informar, no ocultar la verdad, contar lo que pasa. Por otro lado, está la presión del rating y que cada vez es mayor la competencia entre los noticiarios o bien que quizá sea eso, la violencia, lo que pida el televidente.

Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos, ¿para qué poner tanto acento, precisamente, en lo que se refiere a los actos delictivos que todos, todos los días, aquejan a nuestra ciudad? ¿Para qué insistir en la condiciones paupérrimas en las que se encuentran muchas cárceles de la República, mostrándonos imágenes verdaderamente apabullantes de los reos y de sus familias? ¿Para qué dedicarle tanto tiempo y reportajes especiales a la prostitución infantil? ¿Para qué pasar una y otra vez las escenas de los asaltantes en plena acción? ¿Para qué entrevistar una y otra vez a los secuestrados preguntándoles a propósito del vía crucis por el que pasaron? ¿Para qué ir hasta las camas en los hospitales para entrevistar a los heridos que apenas y pueden balbucear? ¿Para qué enfocar con desproporcionada insistencia el lente de la cámara mientras se da un encontrón entre manifestantes y granaderos, mostrándonos las heridas y la sangre?

Si a todo lo anterior le agregamos las notas que hablan del desempleo, de la triste realidad en la que viven nuestros compatriotas en Estados Unidos, de las metidas de pata del Presidente, de la falta de recursos del Seguro Social, de los pleitos entre legisladores de los distintos partidos, de las declaraciones desatinadísimas de algunos secretarios, de los últimos actos de corrupción que se han descubierto, de las manifestaciones de los campesinos de Morelos, de los problemas viales que hubo en el día y de una madre quien fue captada por una cámara oculta mientras golpeaba a sus dos hijos, no hay duda que la dosis de violencia visual y verbal que se nos entrega a los televidentes cada noche, no hace más que llenarnos de miedo, de pavor, de inseguridad y de un sentimiento de absoluta indefensión, impotencia y vulnerabilidad. No solamente se trata de lo que muestran sino de la manera tan desproporcionada en que se le da atención a este tipo de situaciones; como si fuera eso lo único que sucede en México, como si eso fuera lo único que pueda interesar a la población y como si fuera eso lo único que vende. ¿Que, la cultura no vende? No. ¿La educación no vende? No. ¿Los actos heroicos no venden? No. ¿Las declaraciones inteligentes, no venden? No. ¿Qué, la televisión no debe cumplir con alguna responsabilidad social? Quiero pensar que sí.

Quiero pensar, que precisamente Televisa, está en evolución. Una evolución constructiva y positiva, por eso este aspecto me preocupa, porque siento que el contenido de sus noticiarios minan el esfuerzo que está haciendo por mejorar su imagen. Este es el único noticiario que veo. El que me importa. El que espero todas las noches. Pero desafortunadamente, siempre lo termino de ver angustiada y abrumada.

Entonces acabo preguntándome lo mismo: “¿Por qué le dedicarán tan poquito espacio a los comentarios de los intelectuales que se presentan todas las noches? ¿Si duraran demasiado, serían castigados por el Dios del raiting? ¿Por qué en lugar de hablar unos minutitos, no los dejan explayarse un poco más? ¿Por qué no se habla más de Ciencia Tecnología, de Salud, de gastronomía? ¿Por qué no hablar de teatro, de cine, de literatura, de música, aunque sea de modas? ¿Por qué no le dedicarán más tiempo a las noticias internacionales? Pero por favor ya no más violencia. Ya no más encuestas preguntando si la sociedad está por la pena de muerte. Es evidente que después de todo lo que presenta el noticiario, lo único que quiera la opinión pública sea su muerte. Me pregunto si toda esa exhibición de violencia y de sangre, ha servido de alguna manera para disminuir los índices de criminalidad. Me pregunto si al concederle menos tiempo a estos hechos, las autoridades automáticamente se cruzarían de brazos. Y me pregunto si López Dóriga ha hecho una encuesta preguntándole a los televidentes si están de acuerdo con la forma en que se presentan estos hechos. ¿Qué es más importante el raiting o la conciencia social? ¿Qué es más importante la “lana” o la gente? ¿Qué es más importante exhibir o educar?

Desde que vi la película Bowling for Columbine del cineasta Michael Moore, veo los noticiarios con otros ojos. Esta película más bien documental sostiene la tesis de que la violencia en especial, la que sucede en Estados Unidos en las escuelas donde niños matan a otros niños, es provocada, no solo por la acumulación de armas, el miedo y la inseguridad, sino también, por la manera en que los medios de comunicación presentan sus noticias poniendo especial énfasis en la violencia. La gente no nace violenta, aprende a serlo. Según Moore la violencia no está directamente ligada a la disfuncionalidad familiar, ni al estrato económico, ni siquiera como única causa a la posibilidad de adquirir armas fácilmente, sino al miedo, al que contribuyen con especial insistencia la televisión. Se podrá argumentar que el tiempo que dedican los noticiarios a la violencia es debido a que existen más hechos violentos que cubrir, ¿no será al revés? ¿No será que el efecto es en realidad la causa? ¿No será que la conversión de los noticieros en espacios de nota roja, sean, precisamente, los causantes del incremento de lo mismo que tratan con tanto afán de exhibir?

No quiero ser una ciudadana atemorizada. No quiero volverme desconfiada entre mis compatriotas. No quiero ocultarme detrás de los muros de mi casa. No quiero verme en la necesidad de poner alarmas, cerraduras, cercas electrificadas; me niego absolutamente a tener armas, no quiero a mis años aprender karate, no quiero tener guaruras, no quiero instalar un circuito cerrado de televisión, no quiero comprar tres perros pastor alemán adiestrados, no quiero dejar que me paralice el miedo, no quiero irme a vivir a otro país, no quiero quejarme todo el día de la inseguridad, no quiero que mis temas de conversación aborden nada más el tema de la violencia, no quiero vivir con miedo y no quiero imaginarme todas las noches a tres tipos justo en el momento en que abren la puerta de mi recámara aportando cuernos de chivo y gritando, esto es un asalto ¡¡¡ca...!!!

Quizá lo único que me reste hacer es apagar la televisión a las diez de la noche para seguir leyendo las memorias de García Márquez. Por lo menos en sus páginas no habla de violencia...

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