Quería contarte que hoy he recordado cuando llegué a casa, lo contento que estaban todos, qué hermoso era para mí verlos tan felices.
La carita de tu hijo cuando salí de la caja con mi collar rojo recién estrenado. En seguida nos hicimos amigos y hemos compartido muchas cosas y lo más hermoso, que crecimos juntos.
Lo que te voy a decir no es a manera de reclamo, solamente para que estés enterado de lo sucedido; desde hace unos días ando dando vueltas y más vueltas, me he salvado de casualidad de algunos neumáticos... y de algunos lazos que quieren atraparme.
En realidad estabas en tu derecho de abandonarme, tú eres el hombre y yo solamente un pobre perro, así que me diste la jubilación antes de tiempo y punto. Pero qué modo tan cobarde elegiste. ¿Cómo se te ocurrió eso de tirarme la pelotita desde el coche y cuando salté para cogerla, aceleraste y desapareciste? No sabes cuánto corrí, hasta sangrar mis cuatro patas... pero no pude alcanzarte... y yo que creí que íbamos de paseo, pero lo peor de todo, fue que no me despedí de tu hijo, mi pequeño amo, con quien siempre jugaba, recuerdo que lo esperaba por horas, hasta que lo veía bajar de ese enorme camión lleno de niños y yo me volvía loco de gusto.
Ojalá pudieras comprender cómo me siento cuando veo un auto parecido al nuestro. Me imagino que te has arrepentido y vienes a buscarme. Si así lo haces, te pido por favor que estés atento, pues he cambiado mucho en estos días. ¿Sabes? Cuando nos abandonan, los perros tomamos un aspecto muy distinto, andamos como sin color y con un olor a miseria. Además nos arrojan toda clase de proyectiles y cojeo de una de mis patas. Me da mucho miedo que no me sepas reconocer. Yo sigo vagando por la ciudad, buscándote, hasta dar con ese “amigo” que me perdió en un recodo de cariño.
Bueno, te dejo, que vienen a echarme de estos cubos de basura donde busco calmar el hambre.
Sólo un último ruego para que se lo digas a todos los humanos, si han pensado en abandonar a un perro, por favor, mírenlo antes fijamente a los ojos, y traten de recapacitar, que hicimos para darnos un castigo tan cruel, si acaso los ofendimos, piensen que sería lo último que haríamos con nuestros amos, somos capaces de dar la vida por ustedes, lo cual preferimos, morir dignamente, que hacerlo por hambre o ser arrollados por un automóvil.
Quien actúa así con su mascota, lo hará algún día con sus semejantes, y lamentablemente “con la vara que midas, serás medido” y yo no desearía eso para ti, querido amo.
peqesp@hotmail.com