De acuerdo con una investigación, publicada en la revista The Veterinary Record, existe una relación directa entre la marcada agresividad que muestran algunas mascotas con ciertas características de la conducta de sus propietarios.
En el Reino Unido, especialistas en comportamiento animal de las universidades de Cambridge y Pensilvania, tras un estudio de diferentes casos, concluyeron que los poseedores de perros muy agresivos de raza English Cocker Spaniels presentaban una mayor tendencia a estar tensos, temerosos y a ser emocionalmente más inestables e indisciplinados que aquellas personas que tenían canes más dóciles.
Si bien el estudio se circunscribió a esta raza de perros y a un tipo de problemas de conducta, los autores del trabajo afirman que los resultados obtenidos constituyen una importante contribución para la comprensión del desarrollo del comportamiento agresivo en los animales de todas las demás razas caninas.
Teniendo en cuenta que los dueños de las mascotas constituyen una parte importante del entorno social de los perros, no es de extrañar que ciertas características del carácter de aquéllos ejerzan una influencia sobre el desarrollo de la conducta de los perros.
En el caso opuesto, las mascotas que son sumamente dóciles y alegres, que se desviven por agradar a cuanta persona les hace una pequeña caricia, por lo regular son de propietarios de carácter tranquilo y bondadoso, personas de una gran calidad humana.
Claro está que “Una golondrina no hace primavera”. No quiero decir que las personas cuyos perros sean bravos o agresivos no cuenten con sentimientos nobles, o que carezcan de un carácter afable.
Es fácil de entender, las mascotas son como los hijos, si a ellos les proporcionamos atención, cuidados y sobre todo amor, vamos a obtener como resultado personas con altos valores éticos y lo más importante; respeto al prójimo en todos los aspectos. Si a nuestra mascota le ponemos atención, sabremos de sus necesidades y si “platicamos” con ella, habrá una comunicación recíproca y por lo tanto la habremos hecho sociable, caso contrario una mascota que sólo conoce el patio de su casa o que siempre se encuentra amarrada sin el menor de los cuidados, se volverá huraña, desconfiada y hasta agresiva.
No quiero pasar por alto la cuestión genética canina, hay razas que se hicieron ex profeso para defensa y protección, aunque sean mascotas de hogar, de carácter tranquilo y bonachón, en ocasiones pueden asomarse esos genes de agresividad, por ejemplo de un Rotweiler o de un Bull terrier, aunque he visto perros Chihuahueños y Pequinés, más bravos que un león.
Realmente “no existen malos perros, sino malos amos”.
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