No voy a decir que me guste más el frío que el calor, pero, vamos, el frío, lo que es el frío, tampoco me disgusta, siempre y cuando venga solo, sin lluvia ni viento. De Chema Iduñate, ilustre lagunero decían que, cuando tenía su negocio por la Ramos Arizpe y se paraba fuera de una de las puertas de él junto a sus amigos que iban a visitarle, para hacer los comentarios del día y ver pasar a la gente, como las vías del tranvía Torreón – Lerdo pasaban casi pegadas a la banqueta, y cuando llovía todo aquello era un lodazal, cuando el tranvía pasaba por ellas a todo pasar, pringaba de lodo a los platicadores, y el señor Iduñate aclaraba cada vez que esto sucedía que a él no le molestaba la lluvia que lo que le . . . . diremos molestaba era el lodo. Y a mí, como digo, tampoco me molesta la lluvia, pero sí el lodo, aunque ahora ya no se forme tanto como antes.
Opino, y de vez en cuando algunos de mis amigos coinciden conmigo en esto: que sea quien sea el que lo haya hecho, el mundo pudo haber sido hecho mejor, porque así como lo conocemos parece haber sido hecho para jorobar a la mayoría de sus habitantes.
Por ahí, por algunas de sus páginas, don Alfonso Reyes nos dejó la plática con un indígena, acaso tarahumara. El diálogo ocurrió en invierno, y don Alfonso viéndolo casi desnudo le preguntó si no tenía frío, a lo que el indígena le reviró que si él, don Alfonso, tenía en la cara, agregando que, para él, todo el cuerpo era cara. Pudiéramos conformarnos con tal respuesta y vivir en paz. Lamentablemente no todos los que van casi desnudos, en este otoño lluvioso y frío, son indígenas. Y así como a los peces se les hizo para vivir en el agua, y a los animales salvajes se les dotó de todo lo necesario para vivir donde viven, resultando que ambos viven a todo dar donde viven, y ninguno pudiera vivir donde el otro vive, así para los hombres se debió dividir su mundo creando un lugar para los que todo lo tienen y otro para los que carecen de todo, donde la mayor diferencia fuera el clima, para que los pobres tuvieran todo el año el que seguramente disfrutaron en el Paraíso, en tanto que los que todo lo tienen siguieran disfrutando éste que les permite lucir en otoño invierno todos sus abrigos e impermeables y chanclos de hule o plástico y gorras, cachuchas y sombreros, dejándoles descubiertas sólo las caras.
No sé si se nace pobre para pagar en este mundo pecados o males que se hayan cometido en otra vida y en otro mundo, pero sí creo que así como hay dinastías de ricos que si se siguen hacia atrás se encontrarán un día con un noble de largo título, así los pobres si hacen lo mismo un día encontrarían en sus principios al más pobre de los pobres; es decir, que unos y otros no llegan a ser lo que son por casualidad sino por destino. En fin, que yo entiendo que el frío no les guste a todos, y menos con lodo, que es feo y sucio por donde se le vea, no como la nieve que aunque entuma y pueda matar, tiene buen ver.
Así que como quiera que sea posible, ya es tiempo de que vuelvan a ocuparse de él y mejorarlo con esas anotaciones que seguramente han ido haciendo, a través de los milenios pasados, en su agendas.