Los danzantes visten de aztecas, malinches y plumas, todos con el rostro de la Virgen
TORREÓN, COAH.- Algunos dicen deberle la vida, otros la veneran nada más porque sí. De niños eso les enseñaron. Pero todos danzan, peregrinan para rendirle honores a la Virgen de Guadalupe, como símbolo de su fe.
El fervor Guadalupano parece adueñarse de las calles de la ciudad. Los esfuerzos de los agentes de tránsito para controlar a los conductores enfurecidos por el paso de la peregrinación, son inútiles. Y es que después de 20 minutos de ver caminar y bailar a decenas de personas, el tiempo se hace eterno.
Como siempre las peregrinaciones parten de la Alameda Zaragoza, recorren la avenida Juárez hasta llegar a la parroquia de Guadalupe. Ahí la fiesta continúa, los ánimos se encienden en cada una de las danzas que retumban en el recinto de la Virgen.
Mientras las peregrinaciones recorren las calles de la ciudad, la gente se detiene a verlas. Lucen trajes de malinches, aztecas y plumas, todos con el rostro de la Virgen, algunos también incluyen la imagen de Juan Diego.
El pasado 17 de noviembre, en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, se realizó la bendición de las danzas que participan en esta festividad. Desde hace seis años inició esta tradición, se estima que participan algunos 180 grupos de devotos.
El padre Ignacio Mendoza Wong Sánchez explica que las peregrinaciones son consideradas como actos penitenciarios. Otras tienen carácter de purificación o se persigue la obtención de una gracia espiritual corporal.
Las peregrinaciones, dice, constituyen un fenómeno que se manifiesta en todo tipo de civilizaciones, culturales y religiones. Siempre es un hecho religioso que expresa el carácter social del hombre: “la misma vida de la iglesia es un peregrinar”.