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Personajes en la historia de México / Las Olimpiadas en México

Calmado el problema de los sucesos estudiantiles, que culminaron el 2 de octubre de 1968, el Presidente dedicó su atención a los Juegos Olímpicos que se realizarían en México, en los que habría atletas de 112 países del mundo y la atención estaría fija en México, llegando el momento de dar principio con gran responsabilidad de las autoridades, haciéndose la inauguración el día 13 de octubre de 1968, con un gran éxito y colorido, que presenta un periódico de circulación nacional, de fecha 13 de octubre de 1968, y en el pie de grabado de una fotografía a 8 columnas y a todo color dice lo que sigue:

“Sin distinciones de credos, de razas, de sistemas políticos, sociales o económicos, los mejores exponentes físicos de la juventud del mundo se reunieron ayer en el Estadio Olímpico para hacer la más formidable demostración de sus anhelos de paz. Con una ceremonia de gran colorido dieron principio los XIX Juegos Olímpicos, en los que competirán a partir de hoy 7,861 atletas de 112 países, la mayor concurrencia de naciones y deportistas que se haya registrado en toda la historia de las Olimpiadas. En esta magnífica panorámica, se puede apreciar el principio del desfile de las delegaciones deportivas. Los atletas de las únicas amarillas pertenecen a los atletas de Canadá. Al fondo, ya se encuentran los contingentes de Grecia, Argentina, África, las dos Alemanias, Antillas, Bermudas y Bulgaria”. Luego expresa el periódico citado, lo siguiente:

“Éxito de México ante el mundo. Empiezan los Juegos Olímpicos. 90,000 personas aclamaron a los 7,861 atletas de 112 naciones de la Tierra. ¡Qué gran día! El pueblo de México, los 90 mil espectadores que llenaron el Estadio Universitario, se entregaron ayer a vivir intensa, plenamente, la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de la XIX Olimpiada y se arrancaron un pedazo del corazón para entregarlo a los atletas del mundo.- Ése fue el sello distintivo de la ceremonia.

Y uno no sabe si se han producido inauguraciones mejores que ésta, pero ninguna parecida, eso sí. Porque ayer fue el público, fueron los miles de espectadores mexicanos, los que hicieron que la inauguración se llevara por un camino que primero sorprendió a los mismos atletas y después los hizo sentirse felices, hasta corresponder. Y se entabló el diálogo sin palabras, como una corriente eléctrica, que hizo que la ceremonia se constituyera en un triunfo para México, no sólo ante los ojos de los 7,861 atletas que desfilaron ayer, sino ante los del mundo, que siguieron la inauguración por televisión en los cinco Continentes.

Un pueblo, un país que tiene habitantes como los que ayer condujeron la ceremonia hacia el plano de la plena concordia, fuese el país que fuese y contra las intenciones o deseos de cualquiera que de pronto pudiera querer equivocarse el camino, tiene que ser un pueblo admirable. Ése fue el mío ayer, amigos, en el Estadio Universitario. Y ésa fue mi mayor emoción y la de todos los que estuvieron ayer, como actores en la pista, como espectadores o como hombres cumpliendo cualquier misión”.

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