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San Cristóbal de Las Casas, Chis.- El obispo Felipe Arizmendi Esquivel, lamentó la situación de extrema pobreza en que viven miles de mexicanos y centroamericanos debido a las medidas que grandes entidades financieras aplican en los países pobres.
En su reflexión dominical adelantada a los medios de comunicación, el prelado hizo un llamado para que todos se sumen al reclamo hecho por el Papa Juan Pablo II a fin de que se condone la deuda externa de los países pobres para que éstos puedan atender las necesidades de sus gobernados.
“Es lamentable que los responsables de las grandes entidades financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, no hayan accedido a las insistentes peticiones de reducir en mayor medida, o condonar la deuda externa de los países más empobrecidos, pues algunos no pueden pagar ni siquiera los intereses”, abundó.
Añadió que por cubrir esas deudas los gobiernos de esos países no invierten en salud, educación y programas de desarrollo y por eso pidió a todos seguir insistiendo en esta petición.
“El Papa así lo ha hecho y como fruto de su insistencia, los países ricos se han empezado a plantear que si no evitan la explotación y no ayudan a superar la pobreza en el mundo, no podrán disfrutar tranquilamente la abundancia de sus bienes” afirmó.
Lamentó que por las posiciones de los organismos financieros internacionales haya tanta pobreza en muchos países y se propicien fenómenos como el de la inmigración ilegal.
“Nos preocupa el persistente fenómeno migratorio, pues a pesar de todas las barreras y controles que se pongan, el hambre hace que muchos dejen su hogar y su patria, exponiéndose a incontables peligros, incluso a la muerte, con tal de lograr una mejor condición de vida para sí y para los suyos”, apuntó.
Mencionó que cada ocho días, desde algunas poblaciones de la región fronteriza y de la selva, salen autobuses hacia el norte del país, con la indudable intención de pasar a Estados Unidos, pues el trabajo en el campo no les da casi ni para subsistir.
El prelado comentó asimismo que por Chiapas pasan cientos de centroamericanos, sobre todo hondureños, que han visto acrecentada su marginación por los desastres de la naturaleza.
“Sus gobiernos no pueden invertir en servicios y en la creación de empleos, pues sus recursos no alcanzan para pagar la deuda externa”, lamentó.
Afirmó que le duele “hasta el alma comprobar tantas carencias de campesinos e indígenas, pero es más decepcionante que muchos mexicanos los menosprecien y que hasta deseen que no existieran, porque desconocen su riqueza cultural y sus grandes valores humanos y cristianos”.
Fustigó también que otros se aprovechen de los indígenas para sus fines políticos e ideológicos.
Arizmendi Esquivel agregó que también hay mexicanos que prefieren no enterarse de los problemas de los pobres y por eso, dijo, casi no ven ni escuchan noticieros que les inquieten.
“No les gusta que les hablen de los derechos de los pobres y de nuestras obligaciones de justicia hacia ellos; “nos tildan de que nos metemos en cosas políticas; repiten que deberíamos dedicarnos sólo a lo religioso y espiritual, olvidando que Jesucristo se preocupó por los enfermos y multiplicó panes y peces para los que no tenían qué comer”.
Ante este planteamiento, invitó a los fieles a reflexionar sobre el cómo compartir con los más pobres lo que se tiene, pero además a respaldar la exigencia de Juan Pablo II de que se condone la deuda externa de los países pobres para que así sus gobiernos puedan dedicar más presupuesto a la educación y salud de los pueblos.