Ante la entrada en vigor del TLC para el sector pecuario, el diputado Isaías Berumen se pronunció a favor que se implementen medidas tendientes a proteger a los ganaderos locales, de tal manera que disminuya la desventaja con la que habrán de enfrentar a sus homólogos de Canadá y Estados Unidos.
El presidente de la Comisión de Ganadería de la LXII Legislatura, de manera concreta propuso:
Establecer reglas domésticas de sanidad zoosanitarias, homologadas a la regla interna norteamericana, para los productos de origen animal que se importan al país; ampliar o reubicar, principalmente en la franja fronteriza México- Estados Unidos, la infraestructura de inspección zoosanitaria, que aplique con oportunidad la normatividad mexicana en esta materia y;
Promover y adoptar en el marco del blindaje agroalimentario, medidas que reviertan o atenúen los efectos negativos en el campo mexicano, provocados por la política norteamericana de subsidios agropecuarios.
Para fundamentar su propuesta, el legislador local expuso las siguientes consideraciones:
Destacó la importancia estratégica del sector pecuario en la economía estatal, al mencionar que el valor de la producción de leche, carne de pollo, bovino, cabrito, cordero, cerdo y avestruz y la de huevo, representó nueve mil 779 millones de pesos.
En el contexto de la actividad ganadera de exportación, es importante reconocer que los mercados ahora son más exigentes ya que los compradores prefieren productos que demuestren tener calidad y no dañen la salud de los consumidores.
Para proteger este importante renglón de la economía estatal, las dependencias que atienden el sector han desarrollado diversas campañas zoosanitarias, en particular aquellas destinadas al control y erradicación de la tuberculosis bovina y brucelosis, para obtener con ello que no se detenga el flujo de becerros hacia EUA.
En la actualidad la exportación de ganado opera bajo la regulación de la legislación norteamericana, en donde los requisitos que se establecen para la movilización de ganado son idénticos a los que se sujetan los ganaderos norteamericanos basados en el reconocimiento de regiones con prevalencias en tuberculosis bovina menores al 0.5%, pretendiendo establecer en junio de 2005 la regla internacional con una prevalencia menor al 0.10%.
Es de justicia manifestar que cuando se trata de exportar productos de origen animal se aplican invariablemente las restricciones establecidas por las autoridades del vecino país, pero cuando se trata de importar los mismos productos de Norteamérica no se trata con el mismo rasero este tipo de operaciones.
Esto se debe a que México no cuenta con una infraestructura de inspección suficiente y oportuna que permita inspeccionar el producto antes de llegar a los consumidores y a que los requisitos establecen condiciones menores a los establecidos por los productos que se exportan.
Los exportadores pecuarios han planteado en diversas instancias ligadas con el sector, no que se les concedan ventajas, sino que se promueva un marco normativo e infraestructura de inspección que les permitan competir en igualdad de circunstancias con sus homólogos norteamericanos y se apliquen con puntualidad las restricciones mexicanas a los productos de origen animal que sean introducidos al país.