Tengo algunas amigas y amigos que militan activamente en el PRI. Son personas comprometidas con sus ideales y congruentes, lo que no en pocas ocasiones les ha ocasionado problemas al interior de su instituto político. Eventualmente sostenemos discusiones sabrosísimas, y casi siempre les digo que su partido no los merece. De ellas y ellos me he estado acordando con todo este problema de Pemex.
A estas alturas del conflicto entre el gobierno federal y el sindicato petrolero me queda claro que el pri está dispuesto a todo con tal de conservar los cotos de poder que antaño le dieron sustento. Y por si había alguna duda, me bastó escuchar a los legisladores priístas gritar en la Cámara de Diputados ¡huelga, huelga! tras, muy a su pesar, haber quedado instalada la Sección Instructora que dictaminará el desafuero de, entre otros, el líder del sindicato petrolero Carlos Romero Decshamps para que responda por los presuntos delitos de que le acusa la Procuraduría General de la República.
Estoy totalmente de acuerdo en que el gobierno federal no calculó los tiempos y la petición de desafuero se combinó con la anual revisión salarial de los trabajadores petroleros. Pero también estoy cierta de que la amenaza de huelga poco tiene que ver con la, por otro lado imposible, satisfacción de una demanda de aumento salarial del 15%. Su amenaza de paralizar al país es una demostración de fuerza para evitar que tres dirigentes petroleros sean llamados a cuentas por el aparente uso indebido de mil 580 millones de pesos que le prestó Pemex al sindicato, buena parte del cuál, de acuerdo con las indagatorias, fue a parar a la campaña política del priísta Francisco Labastida.
¿Que con una huelga en Pemex se perderían por concepto de ventas petroleras y sus derivados al menos 128 millones de dólares diarios? ¿Que se paralizaría el aparto productivo del país en momentos en que nuestra economía no crece? ¿Que se dañaría profundamente la confianza de los inversionistas internacionales? ¿Que, en fin, habría un caos económico en nuestro país de consecuencias impredecibles? Pecata minuta, parece ser el mensaje del PRI, lo realmente importante es dejarle claro al Presidente y a la ciudadanía quién tiene el poder de hacer con nuestro país lo que mejor convenga a sus intereses; así que nada de investigaciones judiciales en serio, ni de intentar modificar estructuras corporativas tan útiles en otros tiempos.
¿En qué estarán pensando los muchos priístas que apoyan la huelga en Pemex ? ¿De verdad creerán que nos tragamos el cuento de que la huelga es sólo un asunto laboral? ¿Tan tontos nos creen? ¿De verdad no se dan cuenta que con su actitud a muchos y muchas nos queda claro, por si había alguna duda, que siguen siendo un partido que no está dispuesto a combatir la corrupción y terminar con la impunidad?
Vicente Fox ha señalado, y en mi opinión señalado bien, que se trata de un chantaje. Y el conflicto ha llegado a un punto en que no hay marcha atrás, a menos que el Presidente aspire a un suicidio político. Porque lo que en verdad está en disputa, como señala el analista Lorenzo Meyer, es “la defensa de lo que queda de una añeja estructura corporativista que hizo de la relación entre sindicatos y el antiguo partido de Estado, uno de los ejes alrededor de los cuáles se estructuró el autoritarismo que enmarcó la política de nuestro país por varios decenios”. También está en duda la credibilidad de este régimen que prometió una lucha frontal contra la corrupción. Y por si fuera poco, asimismo está en juego la transición misma a un sistema democrático y a un pleno Estado de Derecho.
Los costos de una huelga en Pemex serían enormes, pero serían mayores si el Presidente negocia estabilidad a cambio de impunidad. Las encuestas señalan que Vicente Fox tiene un amplio apoyo ciudadano para llegar hasta las últimas consecuencias. Y confío en que a la hora de la hora todos y todas tengamos claro que esto puede implicar sacrificios. Entramos, dicen algunos analistas, a la etapa dura de la transición. Tenemos que estar a la altura, a menos que deseemos seguir tolerando uno de los rostros más oscuros de un régimen al que con tanto esfuerzo logramos sacar de Los Pinos el 2 de julio. Por si había alguna duda, estas son horas definitorias. Solidaridad
No podemos permanecer indiferentes a la tragedia que viven cientos de miles de compatriotas en Yucatán, Campeche, Chiapas y Quintana Roo. Mirar las imágenes televisivas y decir ¡qué barbaridad!, ¡qué pena!, ¡pobre gente! no basta. ¡Necesitan nuestra ayuda! Cruz Roja y Banamex son algunas de las vías para cooperar. La institución bancaria ha ofrecido poner un peso por cada peso que depositemos a la cuenta 22, sucursal 235. Hay mucha gente esperando que de la compasión pasemos a la acción. ¡Ayudemos!
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com