El aspecto profesional, no está peleado con la maternidad o con el amor
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MEXICO, D.F.- Por el sólo hecho de ser ama de casa, atender a sus hijos y además trabajar, Ana María López Colomé bien podría ser nombrada la Mujer del Año; sin embargo, este título lleva implícito algo más: una destacada e importante labor en el ámbito científico.
López Colomé, investigadora y profesora de Neurociencias y Bioquímica del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien este año recibió en París el premio Woman in Science que otorga UNESCO y conocida marca cosmética, por sus investigaciones sobre enfermedades de la retina, será próximamente reconocida en México con la medalla “La Mujer del Año 2002”.
Su reciente investigación consiste en proveer datos sobre cómo funcionan normalmente las células que puedan servir para corregir algunas patologías de la retina que llevan a la ceguera.
El reconocimiento en México lo otorga el Patronato Nacional de la Mujer del Año A.C., coordinado por Kena Moreno.
Esta distinción lleva ya 42 años y tiene como objetivo promover el trabajo de las mujeres mexicanas más destacas en el ámbito cultural, artístico, humanitario y político, entre otros.
“Es un reconocimiento que además del trabajo de mi grupo de investigación, también, implícitamente, reconoce que en la UNAM, la formación de estudiantes y la investigación son de alta calidad, comparable a las de otros países”, dice.
Sonia Amelio, Lolita Ayala, Beatriz Paredes, Silvia Pinal, Sara Topelson y Carmen Villegas de O’ Farril son otras mujeres que han sido distinguidas.
López Colomé se ha dedicado a la bioquímica y en su vocación de investigar ha encontrado cierta fascinación.
“La investigación y la ciencia son una actividad fascinante llena de misterio que estimula la imaginación y la creatividad; no necesitamos que alguien diga que está bien lo que hacemos, porque cada vez que descubrimos algo en nuestro campo de estudio, para nosotros es un paso más”. La también investigadora del sistema nervioso señaló que hace años, las mujeres que se inclinaban por la ciencia se enfrentaban a dificultades debido a que esta actividad era sólo del sexo masculino, siendo hoy diferente.
“Actualmente existe un ambiente que deja muy claro que el arma para el progreso y el desarrollo, no es ni la fuerza, ni las características físicas que han caracterizado a las actividades masculinas; lo verdaderamente importante es el uso del cerebro.
“Está sustentado por encuestas que la ciencia es una actividad estereotipada, ciento por ciento para hombres. Los niños y los jóvenes consideran que es más masculino ser científico que ser bombero. Esto ha hecho que para las mujeres no nos haya sido tan fácil incorporarnos a esta actividad”, comenta.
Para la investigadora, también mamá de dos hijos, tener una profesión que demanda mucho tiempo, no le ha impedido tener una familia. “Soy madre, tengo dos hijos; viuda, tuve una pareja 20 años y siempre he trabajado en la investigación la que me ha dado la satisfacción de haberme desarrollado en todos los aspectos. Por eso no considero que la ciencia esté reñido con la maternidad, con la educación de los hijos y mucho menos con el amor”.