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Presión

Arturo Brizio Carter

La relación entre un director técnico y la directiva de un club de futbol se parece a la de un matrimonio mal avenido, los logros de uno no siempre son reconocidos por el otro, los resultados deportivos no van necesariamente de la mano de los económicos, cada quien jala agua para su molino y cuando la cosa se pone fea, inmediatamente se piensa en el divorcio.

Raros son los equipos con un proyecto definido a largo plazo que tome en cuenta la posibilidad matemática de perder partidos, de trabajar al plantel, dar oportunidad a novatos y contratar extranjeros que realmente embonen en la institución; cuando se logran estas cosas, generalmente el entrenador permanece largo tiempo en su puerto.

El problema inicia cuando, con la contratación del estratega, se cree a pie juntillas, que como por arte de magia se logrará incluso el campeonato.

Así, en cuanto vienen los resultados adversos se encienden los focos rojos, suena la alarma y se empieza a pensar en cambiar al técnico, es decir, empezar de cero pues como se dice en el medio, "el hilo se rompe por lo más delgado".

Lo anterior revela una profunda incongruencia, pues hace evidente que no se planeó bien o que el perfil del candidato a dirigir el equipo no fue el idóneo, tomando en cuenta a los jugadores, público, prensa de la localidad y entorno en general que suele volverse hostil cuando los puntos no llegan.

Independientemente al error en la elección, siempre acompaña a las derrotas la parvada de buitres que planean encima del moribundo para caer brutalmente en cuanto le cortan la cabeza, frecuentemente representados por algún promotor; también el nutrido grupo de "asesores" que suelen tener los directivos mexicanos lanzan su cuatro de espadas y opinan respecto de quién es la solución a la problemática del cuadro perdedor.

Esa terrible presión a que son sometidos los entrenadores, varía cada jornada y como en la política, los verdugos de hoy son las reses del mañana.

Un resultado es la diferencia entre engrosar la estadística de los estrategas despedidos o conservar la chamba.

Esta semana, por ejemplo, previo a una doble jornada hay varios técnicos a quienes les está llegando la lumbre a los aparejos, a saber: Enrique Meza con el Atlas no encuentra la fórmula para defenderse y está perdiendo estilo y concentración; Gustavo Vargas del Puebla, a quien se le dio confianza y un plantel remozado no da pie con bola, su equipo no juega a nada y tiene serios problemas de porcentaje; Atlante se la "jugó" con el "Piojo" Herrera y un equipo carente de figuras, así le está yendo; Pachuca se le está cayendo a Tena y Santos, aunque juega bien, está en una racha negativa que le puede convertir en malo a Bueno.

Sin embargo para mí la mayor presión en este momento la tiene un técnico en receso; Manuel Lapuente. Con qué cara va a regresar cuando su interino tiene récord perfecto.

No quisiera estar en su cachucha.

En otro tema, se está presentando en forma recurrente la violencia en el terreno de juego en el futbol mexicano; 11 expulsados en la jornada hablan de ello pero aún más la cantidad de patadas mal juzgadas y peor reprimidas por los silbantes. El juego sucio debe desterrarse de las canchas y no es cambiando tarjetas rojas por amarillas como se conseguirá. Codesal debe apretar a sus dirigidos concretándose a exigir la puntual aplicación del reglamento.

Finalmente, vergonzosa la actuación de Germán Arredondo, árbitro FIFA que obsequió un penal a los Pumas. Allá él y su conciencia.

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