EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

PRI dividido

SERGIO SARMIENTO

“La fuerza de nuestra unidad es la riqueza de nuestra diversidad”.

Guillermo Bonfil Batalla

No sé si tenga sentido, pero cuando menos hay cierta lógica en que los legisladores y dirigentes del PRD hayan abandonado el pleno del Palacio Legislativo poco antes de que la priísta Beatriz Paredes pronunciara su discurso de respuesta al informe presidencial este pasado 1 de septiembre. De esta manera manifestaban su insatisfacción con el rompimiento de un aparente acuerdo que le daría al PRD la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados en este año.

Pero lo que es mucho más difícil de entender es la decisión de algunos priístas de acompañar a los perredistas en esta protesta. El que lo haya hecho José Murat es comprensible. Desde hace tiempo el gobernador de Oaxaca ha estado más cerca del PRD que de su propio partido. Mucho más significativo es que Elba Esther Gordillo, la secretaria general del partido, haya abandonado también el recinto junto con 12 diputados priístas del sindicato de maestros en solidaridad con el PRD.

El que la secretaria general del PRI deje el recinto legislativo en protesta porque un miembro de su propio partido va a responder el informe presidencial es indicativo de la división profunda en que se encuentra actualmente el partido que durante siete décadas dominó la vida política nacional. El que lo haga por solidaridad con un partido que le ha mostrado siempre animadversión es todavía más importante.

Hasta hace unos meses parecía que el PRI había logrado sortear con éxito su proceso de cambio interno. El triunfo electoral de la planilla de Roberto Madrazo y Elba Esther constituía un símbolo de renovación. Aunque fuese injustamente, a Beatriz Paredes se le veía como un personaje atado a Francisco Labastida y a la vieja guardia del PRI. Muchos priístas se sintieron aliviados así cuando la cerrada elección le dio la victoria al tabasqueño y la chiapaneca. Hubo más motivos de regocijo por el hecho de que Madrazo, en lugar de emprender una cacería abierta de labastidistas, buscó equilibrar fuerzas en los nuevos organismos directivos del partido. Una medida muy significativa fue el nombramiento del ex secretario de Gobernación y ex gobernador del estado de México Emilio Chuayffet como secretario técnico del Consejo Político Nacional, el tercer cargo en importancia del partido.

Las pugnas internas, sin embargo, han venido evidenciándose cada vez más y la maestra Elba Esther ha estado involucrada en varias de ellas. No sólo le dio su apoyo al pacto por la calidad educativa del gobierno de Vicente Fox, sino que públicamente se presentó en el presidium del acto inaugural. Esto fue considerado como un acto de traición por quienes piensan que el PRI debe mantener su distancia frente al gobierno panista. Elba Esther también realizó declaraciones muy críticas en contra de Labastida en un momento en que Madrazo, empeñado en mantener unido al partido, estaba buscando un acercamiento con su viejo rival. A esto le siguieron la publicación en un diario capitalino de una entrevista con el ex líder del sindicato de maestros, Carlos Jongitud Barrios, que acusaba a su ex discípula de traición y de haber participado –quizá- en el asesinato del maestro disidente Misael Núñez Acosta. Ese mismo día se publicó en una revista un largo artículo de portada muy crítico sobre Elba Esther.

En este tiempo el PAN, que tuvo un año desastroso en lo electoral en el 2001, ha empezado a mostrar una recuperación en las encuestas de opinión, consecuencia del alza en la popularidad del presidente Fox. La ventaja que el PRI mostraba hace apenas unos meses se ha desvanecido. La última encuesta de GEA coloca a los dos principales partidos políticos del país en un virtual empate.

El PRI no podrá, por lo tanto, simplemente confiar en el rebote de decepción ante al presidencia de Fox que le dio tanto kilometraje político en el 2001. Si quiere triunfar en las elecciones del 2003 tendrá que reagruparse y mantener su unidad. Roberto Madrazo ha demostrado ya la sensibilidad que puede permitir recuperar la unidad a un partido que sufre grandes diferencias internas. Pero sin duda hay todavía grandes riesgos en el esfuerzo. El espectáculo que dieron algunos priístas el pasado 1 de septiembre, al abandonar el recinto legislativo en protesta porque una priísta contestaba el informe, es una mala señal para quienes saben que un PRI desunido es un PRI derrotado.

Los rijosos

Mucha gente piensa que fueron perredistas quienes interpelaron al Presidente y se burlaron de él durante el pasado informe. Pero no. Esta vez los aurinegros, con excepción de la diputada Petra Santos, se comportaron muy bien en el discurso del Presidente. Los rijosos fueron un grupo de diputados priístas.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1053

elsiglo.mx