La nueva legislación electoral de Coahuila contiene disposiciones que regulan la publicidad en las campañas políticas, para evitar la contaminación visual y el daño al equipamiento urbano. Lo anterior es positivo, sin embargo, esta medida y otras como la reducción de los gastos a partidos y candidatos, debieron ser acompañadas con un mayor tiempo de campaña para los involucrados que compensara esas restricciones, con el contacto personal con la ciudadanía.
El exceso de tales restricciones sin la compensación correspondiente, plantea el riesgo de que partidos y candidatos no tengan la oportunidad suficiente para exponer su propuesta frente a los ciudadanos, con un resultado previsible de aumento en el grado de abstención, lo que sería lamentable. Por ello resulta imperativo que el Instituto Electoral de Coahuila emprenda una intensa campaña de promoción del voto, sin carga partidista de ninguna índole.
La calidad de cualquier elección depende de la afluencia de votantes, por lo que de cara a los comicios del 29 de septiembre que implicarán la renovación de congreso y ayuntamientos en nuestro estado, la promoción del voto es pertinente. Lo anterior con mayor razón, porque los mexicanos venimos de un largo precedente que se caracteriza por la tendencia de los gobernados a la deserción cívica, que aunque ha revertido en los últimos tiempos constituye una amenaza latente.
La campaña que se sugiere deberá resaltar la importancia de que los ciudadanos vayan a las urnas y reafirmar el compromiso del Instituto por unas elecciones que garanticen la emisión de un voto, libre, razonado y secreto. El estar aplicando una ley nueva en el presente proceso eleccionario, obliga a los protagonistas a corregir los errores que sobre la marcha se detecten, pues lo primordial es obtener una participación abundante y una expresión fiel y certera del la voluntad popular.