Hace algunos días recibí una llamada telefónica de un viejo amigo y distante amigo. Es un buen economista, precisamente de los primeros que se graduaron en la Universidad Nacional Autónoma de México. Obviamente está retirado, mas no del todo. Le preocupa el país y el curso de lo que acontece en el área de su actividad profesional.
Sin embargo, su telefonazo obedecía a cuestiones más simples. Quería saber si todavía vivía en Parras doña Goyita, la milagrosa hacedora de la pasta de higo con nuez y otras dulces delicias; también si habría alguien que todavía hiciera las charamuscas y cuánto costaría un ciento de éstas. La verdad me tomó de sorpresa. Atiné a decir que Goyita gozaba de cabal salud y seguía confeccionando sus sabrosísimas pastas, aunque ahora comisionaba el trabajo pesado de la meneada en los fuertes brazos de los descendientes de tercera generación. En cuanto a las charamuscas, le dije: Descuida, si alguien las hace yo las compro y te las envío, cuesten lo que cuesten.
“No se te olvide me insistió Las charamuscas las necesito para el cumpleaños de uno de mis nietos. Quiero que sepan lo que son dulces de verdad, no esas tabletas de chocolate con nombre de vaca suiza”. Ya para despedirnos le pregunté, así nomás, al desgaire, como quien no quiere la cosa: ¿Y cómo ves la situación económica? ¿Se compondrá el año que entra? Sobrevino entonces un largo silencio en la línea: Yo callado, en espera de oír una respuesta; él mudo, pensando seguramente en lo que me iba a responder. Después de un buen rato escuché una especie de murmullo, un par de carraspeadas, el sonido de un escupitajo y finalmente la voz, in trémolo, de mi amigo: “¿Ahí estás?” preguntó. Luego, sin esperar mi contestación, pronunció las siguientes aladas palabras:
Dime Roberto: ¿Qué tal te ha ido en estos últimos años?... Le dije que más o menos bien, sin exagerar. He tenido trabajo, gano más o menos, todos mis hijos son independientes y luchan por sus familias, vivimos en casa propia y tenemos automóvil. Una vez al año nos tomamos unos días de descanso en Parras y gracias a Dios no estamos enfermos.... Entonces él me interrumpió: ¿Tienes ahorros? ¿Algún guardadito? ¿Unas monedas bajo el colchón?... No, claro que no, contesté. Lo que gano es para vivir. No tengo dinero porque los bancos no me prestan. No soy lo que se llama técnicamente “sujeto de crédito”. Tengo más de 70 años y por lo tanto, cuando me acerco a los bancos, los ejecutivos hacen un mohín de indiferencia y adoptan la clásica actitud de aquéllos a quien las habla la Virgen. Es decir, se hacen tontos. Si tuve ahorros, ya no me acuerdo porque han volado de mis manos por angas o por mangas... Estás fregado, me dijo... Pero soy feliz, contesté...
Acaeció entonces otro largo silencio en la línea telefónica. “Estoy pensando” lo escuché decir. ¿Sobre lo que te pregunté sobre la economía del país? repliqué. “No dijo estoy pensando en que si vamos a seguir esta charla mejor cuelgo para que tú me llames. Ya me gasté diez minutos de conferencia telefónica en puras tonterías”. Mira que cá..... reflexioné en voz alta Te atiendo; te doy informes sobre doña Goyita; te ofrezco investigar si hay charamuscas, comprarlas y enviártelas en caso afirmativo y ahora me sales con la cicatería de no pagar la llamada. Eres puro... Iba a colgar violentamente cuando escuché su voz, también alterada: ¿Y tú crees que yo estoy en un lecho de rosas? Si te llamo para lo de las charamuscas es por ver si me ahorro unos centavitos con los dulces para la piñata del mocoso. Si te pregunto por tu situación económica es para tantear si puedo darte un sablazo. Y si me intereso por lo de tus ahorros es para que me subsidies también unas pastas de higo y unos jamoncillos, en aras de mi felicidad conyugal. No te enojes y cuelga suavemente, si eso quieres; pero antes escucha mi pronóstico sobre la economía nacional. “Me asilencié” como dicen en mi pueblo, disponiéndome a escuchar lo que tuviera que decir de la crisis económica y financiera que nos maltrata.
Esto dijo: Si tienes pecados, pide perdón; si no los tienes, comete unos cuántos; si tienes a dónde huir, córrele; si no tienes, escóndete; si debes, no pagues; si te deben, cobra; si no te pagan, demanda; si sabes rezar, implora, ruega, suplica. El año próximo va a ser el peor de todos los que en la crisis se han sucedido. Pon veladoras en el altar de tu santo preferido. Y si vas a votar, no votes por los candidatos a diputados federales del partido de Vicente Fox. Sería fatal que habiéndole regalado una pistola el 2 de julio del año 2000, ahora queramos darle también las balas. ¡Aguas, g...!....y colgó.
Bueno...me quedé pensando No me sacó de dudas, pero al menos me ahorré una conferencia telefónica.