Vaya este artículo como un homenaje póstumo para mi buen amigo don Miguel Guevara, quien murió el pasado 27 de febrero en Cuatrociénegas, Coah., y cuyas amenas charlas acerca de los ciclos de lluvia y de sequía lo hacen hoy día seguir vivo... en mis recuerdos.
Hablar de la lluvia en una región desértica o semi-desértica como la nuestra, es clásico en cualesquier plática entre ganaderos, y éstas siempre se inician por aquello de: ¿Qué tal te ha llovido este año?
Ello se debe a que la prosperidad de los ranchos está directamente relacionada con la cantidad de lluvia que reciben, de modo tal que si un año viene con pocas lluvias, como diría mi buen amigo Benito González de Cuatrociénegas, prepárense para empezar a vender “cueros” (vacas flacas), porque becerros no va a haber.
A este respecto, los ganaderos actuales siempre hemos dicho que “antes llovía más que ahora” y por ello, –en las épocas de nuestros padres-, los ranchos eran “más negocio”; sin embargo, hace unos días leí un artículo detallado donde prueban nuestro error.
Resulta de que en la antigua hacienda de Sabinas estuvieron llevando un registro de las lluvias de cada año, desde 1902 a 1930, –en muchos ranchos de Coahuila aún se sigue llevando-. Posteriormente aparecieron por ese rumbo las empresas mineras que para beneplácito de los que nos gustan las estadísticas, continuaron con este registro pluvial de 1931 al 2002 y éstos nos muestran algunos datos interesantes:
El promedio de lluvia –en Coahuila- en todo el siglo pasado fue de 17.9 pulgadas. El año con menos lluvia fue 1956 con sólo 4.6 pulgadas. El año de más lluvias fue 1971 con 33.8 pulgadas.
Sólo hubo dos periodos de sequías prolongadas graves: La primera de 1907 a 1913 con un promedio anual de lluvia de 5.27 pulgadas, y la segunda de 1951 a 1956 con un promedio anual de 9.05 pulgadas. Estos datos son el “promedio” de los cinco años de sequía, pues sé bien que hay ranchos de Coahuila que el año pasado sólo recibieron dos pulgadas de lluvia en todo el año.
Estas estadísticas nos indican también que -en promedio- llovió más en la segunda mitad del siglo pasado de 1952 a 2002 que en la primera mitad de 1902 a 1952. Debo reconocer que al decir “llovió más” no se refiere a grandes cantidades, pero ello es significativo para darnos cuenta de que es falso decir que ahora está lloviendo “menos que antes”.
Mi buen amigo Miguel Guevara conocido y querido ganadero, quien murió en Cuatrociénegas en febrero de este año 2002, afirmaba por su experiencia, que la lluvia y la sequía venían siempre “en ciclos”, y que las diferentes opiniones de los viejos ganaderos acerca de las lluvias y las sequías se debía a que algunos habían vivido la última parte de un ciclo de lluvias y el principio de un ciclo de sequía, mientras que a otros les tocó vivir o todo un ciclo de lluvias, o todo un ciclo de sequías.
Miguel era un enamorado de las estadísticas de la lluvia, y en su rancho El Fuste, otrora propiedad de don Venustiano Carranza, llevaba un viejo libro donde apuntaba diariamente hasta las “décimas de pulgada” que caían sobre su predio. Para Miguel la menor llovizna era importante pues bastaban que su pluviómetro marcara “dos décimos” de pulgada para que se le llenaran los tanques, ello porque tenía tan bien arreglados los tajos que conducían el agua de lluvia hasta los presones, que yo en broma le decía: Allá en El Fuste, si escupen por la ventana, la saliva va a dar a algún tanque.
Desconozco dónde estará ese libro hoy día, y si sus hijos seguirán con esa buena costumbre, pero no hay duda de que ese libro debería de estar en algún museo, para que en 30 ó 40 años más nuestros hijos no tengan que empezar a “adivinar”, –como lo hacemos nosotros hoy– si antes llovía o no... más que ahora.
Ahora bien... Si los famosos y tan nombrados acuíferos o ríos subterráneos se recargaran con las lluvias, no le queramos buscar “tres pies al gato”, y si hoy día se están secando, no es por culpa del dios Tláloc y sus escasas lluvias, sino por la indiscriminada extracción que se ha venido haciendo de estos mantos, producto –obviamente- del enorme crecimiento demográfico que ha habido en los últimos 100 años. Y para que usted se dé un “tantiómetro” de lo que le estoy diciendo: A principios del siglo pasado, entre Múzquiz y Sabinas –juntos- había tan sólo 15 000 habitantes, mientras que hoy día hay más de 155 000.
Déjeme recordarle aparte que a principios del siglo pasado, no había agua entubada, así que quien quería agua tomaba su cubeta e iba por ella al río o al pozo. Siendo éste un trabajo pesado, imagino que con tres viajes de agua -de la casa al río- con ello se lavaba la ropa, la loza, pisos y hasta la bicicleta, -entonces no había coches en cuya limpieza hoy día se malgastan millones de litros de agua- y aquí no menciono al WC, porque seguro que entonces la mayoría usaban escusados externos de pozo... que no consumían agua.
Con el advenimiento del agua entubada, la higiene mejoró, los WC ya consumían agua, los baños a “jumatazos” quedaron atrás -anteriormente la gente se bañaba echándose el agua con un jumate- que aunque no lo acepte la Real Academia de la Lengua era una especie de cucharón hecho de los guajes donde anidan los pericos. Al llegar las modernas regaderas, la gente empezó a consumir 20 veces más agua. En fin, que entre la modernidad y la sobrepoblación, lo cierto es que empezamos a extraer de los acuíferos más agua de la que las lluvias anuales podían “reponer’’.
Intencionalmente dejé para el final el hecho de que las tierras de los ranchos agrícolas de hace 100 años se regaban con el agua del cielo, el agua de los arroyos o de los pozos “artesanos” -donde el agua brotaba sola-, mientras que en la actualidad... la mayoría de la tierra se hace a base de bombear, bombear y seguir bombeando día y noche... el agua de los acuíferos.
COROLARIO
Cada uno de los habitantes de la Comarca Lagunera de Coahuila somos responsables del buen uso que hagamos del agua.
*¿Cómo ha afectado esta escasez de agua a la agricultura de algunas ciudades?
La escasez de agua en el nor-este de Coahuila hizo que en Múzquiz desapareciera casi totalmente la agricultura y con ella los grandes ingenios azucareros que había en el siglo pasado.
La misma escasez de agua hizo que en Sabinas desaparecieran sus famosos trigales y con ellos sus cinco famosos molinos de trigo. Y yo me pregunto... ¿Y qué irá a pasar con nuestra Laguna en 10 ó 20 años más?.... ¡No nos hagamos tontos!... o le paramos a la bombeada de agua para los ranchos agrícolas –sobre todo los que siembran alfalfa-, o vámonos haciendo menos... y a ver quién es el primero que dice “yo mero”, y se marcha de La Laguna con todo y su familia a buscar otros lugares donde haya más agua... o más orden.
FUENTE: DR. FERNANDO LLAMA