Cuando el sistema inmunológico funciona normalmente, es capaz de detectar la llegada al organismo de virus, bacterias y hongos, desencadenando una serie de mecanismos para eliminarlos. Lo mismo ocurre cuando encuentra células cancerosas o provenientes de otro individuo.
A este conjunto de fenómenos defensivos se le denomina respuesta inmune normal, y decimos que el sistema inmunológico es eficiente.
En determinadas circunstancias, que son muy variadas, no se desencadena una respuesta inmune adecuada facilitándose la instauración y desarrollo de infecciones o células malignas, dando lugar a enfermedades de diversos tipos. En estos casos, en el que el sistema inmunológico no funciona eficientemente, se ha producido una inmunodeficiencia (ID).
Este estado puede ser pasajero o permanente, así como ser producto de la afectación de uno o más de los elementos que participan en la función inmunitaria.
Las ID pueden ser congénitas, cuando se nace con algún defecto adquirido durante el embarazo o genéticamente determinado, y puede afectar a diversas estructuras del sistema inmunológico; la mayor o menor gravedad de la enfermedad depende de ello. También se pueden adquirir posteriormente en cualquier momento de la vida (adquiridas).
Estas deficiencias en las defensas del organismo pueden ocurrir por afectación directa de las estructuras y funciones del sistema inmunológico, o por deficiencias en otros sistemas que impiden una correcta función de aquel; éste puede ser el caso de una ID por malnutrición. En el primer caso se denominan ID primarias y en el segundo ID secundarias.
¿Qué ocurre en el caso del SIDA o Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida?
Los virus no pueden reproducirse, ni siquiera mantenerse por mucho tiempo fuera de una célula, y además cada uno tiene predilección por un tipo celular determinado; de esta manera, como ejemplo, los virus que producen resfríos tienen afinidad por las células de la mucosa respiratoria, y los de las hepatitis, por las células del hígado.
En estas células se replican mucho y son tan desmedidos que terminan agotando sus recursos vitales; la célula muere y ellos van a otra célula a seguir reproduciéndose; de esta forma ocurre la enfermedad.
El virus del SIDA o Virus de la Inmunodeficiencia Humana (HIV por sus siglas en inglés) tiene una gran afinidad por un tipo de célula muy importante del sistema inmune, un tipo del llamado linfocito T que es un importante regulador de la respuesta inmunológica.
Este virus alcanza la sangre, llega a los linfocitos T, los reconoce, los invade, y por un proceso relativamente lento, primero se mantiene dentro de ellos para posteriormente comenzar a dividirse de manera acelerada destruyendo a los linfocitos T que ha invadido. Al ocurrir esto, comienzan los síntomas de la enfermedad.
¿Y qué síntomas produce la muerte de los linfocitos T?
Ninguno. Lo que ocurre es que al estar deficientes estos linfocitos, la respuesta inmunológica se torna cada vez menos eficiente, y la persona, inmunodeficiente.
¿Por qué es tan grave?
Porque los linfocitos T participan en la regulación de casi todas las formas de respuesta inmunitaria que están ocurriendo constantemente, y nosotros no nos percatamos de ella. De esta manera hay infinidad de virus, bacterias y hongos que nunca nos producen enfermedad o lo hacen de una forma muy tenue y pasajera, así como tampoco nos enteramos de la cantidad de cambios celulares que se producen casualmente (mutaciones) que podrían dar lugar a cánceres, pero son reconocidas y eliminadas de inmediato por el sistema inmunológico en su función de vigilancia.
Es por ello que las personas con SIDA padecen infecciones, muchas veces graves, por gérmenes que usualmente no nos afectan o que sólo producen manifestaciones muy ligeras.
Tal es el caso de la toxoplasmosis, por sólo poner un ejemplo. También padecen con mayor frecuencia distintos tipos de cánceres, muchos de ellos raros en la población no infectada por este virus.
Los dos objetivos de las ciencias médicas en la lucha contra el SIDA son la prevención y el tratamiento de los enfermos. En el primero de los casos, promoviendo las medidas tendientes a evitar la transmisión y trabajando por la obtención de una vacuna; en el segundo, buscando medicamentos que interfieran con cada uno de los pasos del proceso de replicación viral, mientras se sigue buscando alcanzar la curación definitiva.
En la actualidad se cuenta con una batería de medicamentos que ha cambiado sustancialmente la evolución de la infección por VIH, y por ello es tan importante la detección precoz en las personas portadoras de este virus, además de permitir tomar la medidas necesarias para disminuir al máximo el riesgo de diseminación de la enfermedad.