MÉXICO, D.F.- Con diez años de ausencia de la Fórmula Uno y 21 de la serie Cart, el Autódromo Hermanos Rodríguez reabrió sus puertas para albergar una carrera internacional, tras una profunda restauración que lo dejó gratamente irreconocible.
Una tarde nublada y algo fría en la capital mexicana, tal y como fue la reinauguración del trazado de Iztacalco, que este 15, 16 y 17 de noviembre recibirá el Gran Premio de México, fecha 19 y última de la serie Cart 2002.
Por fortuna, los trabajadores de la construcción que han transformado el Autódromo subieron al nuevo graderío e imprimieron un ambientazo al acto con silbidos para las edecanes, pero también para un auto prototipo de la American Lemans que dio una tediosa exhibición.
Y como tributo a la contradicción, las directivos de la serie Cart brillaron por su ausencia en la reinauguración, y en cambio Don Panoz, fundador de la American Lemans, que correrá en abril en México su segunda fecha de 2003, ofreció la primera de dos conferencias de prensa programadas.
"Este es un evento para reinaugurar el Autódromo y por eso quisimos que los invitados fueran testigos de las primeras vueltas reales a la pista, lo cual un coche de Cart no podría haber hecho por reglamento y por eso decidimos invitar al siguiente campeonato que estará con nosotros", aclaró Rubén Saldívar, director de Grand, empresa organizadora del Gran Premio de México.
Así, Panoz explicó las virtudes de la American Lemans, que traerá unos 40 bólidos en tres clases, y recordó que el mexicano Jimmy Morales realizó pruebas la semana pasada en Road Atlanta. Más tarde, el ídolo de la colonia Jardín Balbuena probó un prototipo LMP01, después que lo hizo el ex Fórmula Uno, David Brabham.
Luego de la exhibición, amenizada por los trabajadores del autódromo que no se cansaron de adular con silbidos a las edecanes, siguieron más palabras de felicitaciones, agradecimientos y elogios en el presídium instalado junto a la recta principal.
Primero fue Rubén Saldívar, quien destacó la visión de un grupo de empresarios entusiastas liderados por Rubén Saldívar, director de CIE, y Gerarld Forsythe, socio del Gran Premio, quienes le han dado nueva vida al autódromo, que es un símbolo del automovilismo mexicano.
Enseguida, Nelson Vargas, titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade) de México, apuntó que la dependencia a su cargo "no ha aportado nada, simplemente se suma a apoyar al deporte espectáculo, en este país se pueden hacer cosas maravillosas haciendo inercias, trabajando todos juntos... (en este caso) el gobierno del DF, grupo CIE y la Conade".
Parte de las instalaciones de la Confederación Deportiva Mexicana, señaló Vargas, se volvió un área VIP extraordinaria, "remodelamos y toda esa zona, queríamos que la gente que viene a este evento se diera cuenta que la casa del deporte federado es digna para todas las federaciones".
También hubo espacio para las palabras de Elena Tapia, delegada del gobierno capitalino en Iztacalco, quien ponderó el trabajo conjunto para que el autódromo quedara como "uno de los mejores del país" (sic) y también "del mundo".
La labor de su demarcación, básicamente, consistió en vigilar que se cumplieran los ordenamientos y la normatividad en rubros como el ecológico, y que las obras de restauración no interfirieran con la razón de ser de la Magdalena Mixhuca, que cada semana es visitada por unas 30 mil personas.
Después tocó turno a monseñor Pedro Agustín Rivera Díaz, presidente de la Comisión Nacional Juvenil de la Arquidiócesis de México, quien fue el encargado de dar la bendición al nuevo Autódromo.
"Damos gracias a Dios por todos los empresarios de CIE, por todas las autoridades que han facilitado la remodelación de este autódromo y quiero invitarlo a todos a ponernos en la presencia de Dios diciendo en el nombre del Padre...", dijo monseñor, quien se acordó de todos en sus oraciones, bueno, excepto de los reporteros y los pilotos.
El acto final fue la develación en la zona del podio de un busto de Pedro y Ricardo Rodríguez de la Vega, ante la presencia de sus hermanos Alejandro y Concepción, quienes se mostraron orgullosos por este reconocimiento a dos de las más grandes leyendas del automovilismo mexicano.
Así, cuando las nubes ya lucían amenazadoras y el ambiente en la tribuna, que por hoy y solamente hoy fue popular, ya que seguramente ninguno de esos entusiastas tendrán para pagar un boleto en la zona de recta principal, la reinauguración concluyó con una vuelta al trazado de 4.480 kilómetros sobre un trenecito del Bosque de Chapultepec.