AGENCIAS
SAN FRANCISCO, CAL.- Tras librar dos partidos en los que el margen de diferencia fue una simple carrera, Serafines y Gigantes reanudan la Serie Mundial hoy al norte de California empatados.
La serie, hasta ahora, ha estado a la altura de los pronósticos que presagiaban una lucha a muerte entre dos novenas con recursos de sobra en sus respectivos arsenales. El primer duelo en el Pacific Bell Park, la casa de los Gigantes, tendrá a dos latinoamericanos como abridores.
El cubano Liván Hernández será el encargado de los Gigantes ante el dominicano Ramón Ortiz por Anaheim.
Hernández es un hombre fogueado en partidos de postemporada en los que exhibe una marca de seis victorias sin derrotas. Fue la gran figura de la serie de 1997, cuando como novato condujo a los Marlins de la Florida a su primer título, obteniendo triunfos en el primer y quinto juegos sobre los Indios de Cleveland.
Los partidos grandes son su especialidad y el tercero de la serie podría señalar el rumbo de la contienda. "Nos podemos poner arriba 2-1 y tomar el control de la serie", indicó Hernández, quien no tuvo un buen año y cosechó 16 derrotas.
Ortiz (15-9) es muy vulnerable al jonrón y eso podría ser costoso ante los Gigantes y Barry Bonds, quien ya lleva dos en la serie. El derecho quisqueyano toleró 40 batazos de vuelta completa en la temporada regular, la máxima cantidad en las mayores, pero cuando su cambio de velocidad le funciona, resulta un hueso duro de roer.
Ortiz se declara listo para el reto. "Yo estoy bien. Esto es cuestión de seguir trabajando y batallando", afirmó. "Liván tiene que hacer su trabajo y yo el mío".
Tampoco se siente intimidado por la perspectiva de medirse en un mano a mano con Bonds y hasta parece ansioso de toparse con el jonronero. "A Barry Bonds hay que lanzarle igual que a los otros. Es el mismo bat y la misma pelota", indicó.
Tras llevarse por lo menos una victoria de los dos juegos del fin de semana en el Edison Field de Anaheim, el manager de los Gigantes, Dusty Baker, luce encantado de volver a casa, donde regirán durante tres partidos las normas de la Liga Nacional.
Eso significa que los pitchers van a la caja de bateo, algo que en los papeles beneficiaría a San Francisco, tomando en cuenta que Hernández no lo hace mal con el madero.
"Nuestros pitchers están acostumbrados a batear y sacrificarse, los de ellos no. Se trata de una ligera ventaja. Vamos a jugar al estilo de la Liga Nacional", indicó Baker.
El asunto no parece quitarle el sueño a Mike Scioscia, el timonel de Anaheim. "Se trata de un factor, pero es un obstáculo que se puede superar. Les recuerdo que este equipo juega agresivo en las bases. Es lo que nos ha hecho singulares. No estamos esperando pegar jonrones en cada turno, sabemos cómo fabricar carreras", indicó.
Los Serafines dieron fe de ello en la primera entrada del segundo juego, en la que anotaron cinco carreras mediante seis hits, de los cuales sólo hubo un extrabase, que fue doble. Además anotaron una carrera gracias a un doble robo, con el bateador designado Brad Fullmer estafándose el plato.
Anaheim también tiene un arma infalible: Francisco Rodríguez. El venezolano sigue encandilando, luego de tirar tres entradas de pelota perfecta. Pareciese que cada vez que sube al montículo caen récords. A sus 20 años ya es el lanzador más joven en ganar un partido de Serie Mundial.
Además suma cinco victorias en esta postemporada e igualó el récord que Randy Johnson había establecido el año pasado con los Diamondbacks. Pero el llamado "K-Rod" o ángel de la guarda de los Serafines es el primero en advertir que todavía falta mucho camino que recorrer en una serie donde la adrenalina ha fluido con intensidad.
"Esto está empezando. Hay que ir a San Francisco en búsqueda de ganar uno o dos partidos para volver a casa", comentó. Baker piensa igual. "No me sorprendería que nos fuéramos a siete juegos", señaló.
"Por la forma como se han desarrollado los dos partidos, vamos a tener un desenlace igual o más vibrante que la serie del año pasado entre Yanquis y Diamondbacks".