CD. LERDO, DGO.- La fila es interminable. Un altavoz nombra a una persona tras otra para entregarles su liquidación. En el rostro de cientos de despedidos por la empresa Pami se observan gestos de incertidumbre. Algunos murmuran, otros guardan silencio mientras esperan su turno.
Desde temprana hora, decenas de ex trabajadores comenzaron a llegar a las instalaciones de la maquiladora Pami, ubicada en el Periférico. Algunos llegan como pueden: en taxi, de aventón, caminando.
Mientras la fila avanza, los comentarios entre los obreros parecen interminables: “voy a descansar estos meses y en enero buscaré trabajo”, “no sé qué voy a hacer, la liquidación que me dieron no me alcanza ni para pagar mis deudas”, “dicen que en otras maquiladoras también están despidiendo gente”.
De la noche a la mañana Guadalupe se quedó sin trabajo. Por cinco años de laborar en la maquiladora Pami, recibió 16 mil pesos. Ese dinero, dice, apenas si le alcanzará para mantener por unos cuantos meses a sus cuatro hijos.
“Dónde nos van a contratar si en todos lados lo que quieren es correr gente, quieren ahorrar dinero y ni siquiera les importa lo que vaya a pasar con todos nosotros, qué vamos a hacer si muchas mujeres éramos el sostén de la casa”, dice con amargura Guadalupe.
Desde que la despidieron, Guadalupe apenas si ha podido dormir: “ todas las noches pienso en qué voy a hacer, el despido nos tomó por sorpresa a todos, la empresa se portó mal con nosotros porque ni siquiera nos dio una liquidación justa, pero ya no podíamos hacer nada y preferimos recibir esto antes de que los dueños huyeran como han hecho otros, después nos íbamos a quedar como el perro de las dos tortas: sin trabajo y sin liquidación”.
Guadalupe se queja: asegura que la empresa Pami ni siquiera les dio intereses por su ahorro, además en la liquidación se incluyó la semana de fondo, semanas prensadas, vacaciones, todo. “Tuvimos que aceptar, no nos quedó de otra, nos obligaron”.
José también espera su turno para recibir la liquidación. Todavía no sabe cuánto le van a dar por más de seis años de trabajo, pero sí sabe qué hará con ese dinero: intentará cruzar la frontera con Estados Unidos para irse de “ilegal”.
“A qué me quedo aquí si ya no nos van a contratar, está canijo, los hijos siguen comiendo y tienen que ir a la escuela, mi esposa también trabajaba en esta maquiladora, los dos nos quedamos sin trabajo y por eso voy a tratar de irme a los Estados Unidos como mojado”.
La fila sigue avanzando. Algunos todavía tienen ánimos y sonríen, otros como Guadalupe y José, apenas si pueden hablar. Les preocupa el futuro de sus hijos porque no saben cuánto tiempo pasará para poder conseguir otro trabajo.