El agonizante 2002 trajo consigo situaciones interesantes que sin embargo parecen quedar distantes en el devenir del tiempo. Lejano parece el Mundial de Corea-Japón, el evento más importante si hablamos de futbol con su carga emocional y deportiva.
También parece que transcurrió mucho tiempo desde que concluyó el torneo de verano del futbol mexicano; tras doce años de espera, desilusión y agonía, la afición crema pudo gritar a todo pulmón la coronación de las Águilas del América. Por supuesto que los detractores, muchos por cierto del club de Coapa, inmediatamente se dieron a la tarea de demeritar el logro aduciendo que sólo en una liguilla jugada sin seleccionados, una final frente al "hermano menor" Necaxa y el arbitraje de Armando Archundia podía darse el título para los emplumados.
Lo cierto es que en este injusto pero emocionante sistema de competencia el América fue el mejor equipo en las finales y accedió, desde el octavo lugar general, hasta el trono del balompié nacional.
Dicen que recordar es vivir y en ese sentido nos trasladamos a los meses previos al Mundial en oriente cuando no se sabía qué le depararía la suerte al equipo tricolor; Croacia era una incógnita, Ecuador parecía un rival a modo e Italia lucía como el enemigo incómodo. Además al interior del grupo cayó como balde de agua fría la exclusión de Claudio Suárez rehabilitado en tiempo récord de una fractura y dejado a un lado por Javier Aguirre. Las fuertes declaraciones del "Emperador" cimbraron al plantel y presagiaron tormenta.
Finalmente llegó el día, pues es bien sabido que no hay fecha que no se cumpla ni deuda que no se pague, de jugar el mundial; México, jugando bien aunque en forma intermitente despachó a los croatas. Vino Ecuador con un futbol pasado de moda y aunque se puso arriba en el marcador los verdes tuvieron el carácter y el futbol suficientes para remontar la cuesta.
En forma por demás increíble el Tri llegaba al partido ante Italia con seis puntos y sin tener amarrada la calificación pero en una efectiva exhibición México borró por momentos a los azzurri y tejió el juego más brillante de su historia.
Golazo de Borgetti, un equipo entregado e inteligente y un Javier Aguirre que rugía en la banca permitía a cien millones de mexicanos darse el lujo de soñar.
Había tres rivales posibles en la siguiente ronda: Portugal, Corea y Estados Unidos. Tocó en suerte este último y con esa visión chaparra que tantos sinsabores ha costado al deporte mexicano se minimizó al adversario, voló de más la imaginación y hasta luego, mi gabán. Un equipo partido, cambios absurdos, la expulsión del capitán Márquez y un Aguirre silencioso y resignado componían el triste epílogo de esa novela.
De lo demás platicamos el martes.
Me encuentro pasando las fiestas decembrinas en Hermosillo y me recibió un frío que sólo mitiga el afecto de la gente sonorense. También me enteré que la Selección Guasave ganó por segundo año consecutivo el Torneo Nacional de Veteranos jugado en Puerto Peñasco acá en Sonora. Vaya un abrazo para ellos, Armando "Kory" Leyson y sus secuaces.