La Jornada
México, DF.-Rejas, drogadictos y perros de ataque acotan los escasos espacios de los que disponen los niños para jugar en la Unidad CTM Culhuacán y se han transformado en el verdadero "coco" de la población infantil, declararon a este diario varios menores de la escuela primaria José de Jesús de la Rosa ubicada en esa comunidad.
Pero para los niños de esa unidad en particular las rejas que decenas de vecinos instalan cada día y por medio de las cuales cierran calles y reducen cada vez más los espacios comunes y las pocas áreas verdes de las que dispone el conjunto habitacional, además de violentar la libertad de tránsito consagrada en la Constitución, constituyen un obstáculo insalvable que les impide jugar. Las rejas que crecen como hongos por todos los rumbos de la capital y que hasta hace unos meses eran un problema para los adultos de esa unidad - debido a que varias calles ya se encuentran cerradas al tránsito y porque muchos padres de familia se ven en la necesidad de recorrer dos o tres calles de más para llevar a sus hijos a las escuelas o para dirigirse a sus empleos- se ha convertido en el problema número uno de los niños de esa zona habitacional.
Varios niños de la escuela primaria expusieron a este diario su descontento y reclamo por la proliferación de rejas y porque la comunidad lejos de mantener los espacios comunes, principalmente para los niños, poco a poco los ha invadido de rejas y jaulas donde guardan sus vehículos para protegerlos de la delincuencia. Durante un recorrido por la zona a donde nos dirigimos para atender la queja de varios vecinos por la instalación de rejas, niños que regresaban de las escuela quisieron opinar sobre la proliferación de estos obstáculos, uno de ellos fue Axel Alejandro Trocino de diez años de edad y alumno de la primaria antes mencionada, quien al señalarnos la zona enrejada donde antes solía jugar, tambien manifestó su inconformidad porque tiene hacer un largo rodeo para llegar a su casa "con peligro de ser mordido por perros de ataque".
Agrego: "está muy mal que hubieran enrejado porque mucha gente pasa por aquí para cortar camino cuando van al trabajo, y luego tienen prisa. Ahora tienen que dar toda la vuelta y unos llegan tarde al trabajo o las señoras que trabajan a dar de comer a sus hijos y aparte los niños quieren jugar y no pueden, nada más los que viven en los edificios que quedaron tras las rejas, que son los que tiene la llave", comentó.
Mi casa está por los edificios de allá, dice Axel mientras nos indica con su dedo índice un conjunto habitacional que queda algunas calles adelante con las paredes despintadas y precedido por un montón de jaulas de color óxido con carcachas adentro.
A la distancia el panorama es hostil por ello, y por ello es entendible que al reclamo de Axel -de que se retiren las rejas- se sumen los de varios más de sus compañeros. Oscar Daniel Cinto, de 11 años comentó: "antes veníamos a jugar con mis amigos, nos podíamos divertir y ahora esta cerrado". Jair Urrutia, de 12 años, lo interrumpe para, señalar: "aparte es un peligro porque desde que pusieron rejas a las áreas comunes, cuando queremos jugar futbol tenemos que hacerlo sobre el arrollo y puede llegar un carro por atrás; además tenemos que dar mucha vuelta para poder llegar a nuestras casas. El problema es que muchos andadores por donde tenemos que pasar están invadidos por drogadictos".
Atrapados Para los adultos las rejas son más que obstáculos, "verdaderas trampas". Algunos aseguraron que "una fuerza del mal se ha apoderado de los políticos como para que permitan que se violen garantías individuales como la libertad de tránsito" afirmó Melania Ramos Blancas. La injusticia prevalece. En un ambiente como este, en donde quien recurre a la ley es considerado loco o conflictivo y, entonces todos los días "no hay más que aguantar" porque el "bajo mundo es terrible", con esa frase Melania resume lo que ha sido sus años de vida en esa unidad.
Es muy difícil luchar contra la injusticia, "todos los trámites legales son un apapacho para el que más tiene, para el que tiene fuero como el judicial que es mi vecino, y que aún cuando ha invadido una zona común, ni los tribunales han podido con él porque ya dictaron una sentencia a mi favor pero las autoridades no la han acatado".
Gumersindo Patiño comentó que hasta antes de que pusieran las rejas, los habitantes de la unidad podían cruzar por las áreas comunes para llevar a los niños a la escuela, "sin embargo, ahora tenemos que recorrer tres calles más de lo normal debido a que se enrejó todo el paso. En caso de una emergencia no se qué va a pasar". Para la señora Eloisa Lobatón la instalación de rejas es más que una protección, una trampa pues en su caso dos delincuentes ya aprovecharon que los andadores están enrejados por ambos lados para tratar de asaltarla.
María de la Paz Jiménez, dijo que con el argumento de la inseguridad muchos vecinos cierran andadores, en lugar de que la comunidad exija seguridad en la zona. "Las rejas sólo nos dividen más; incluso la administradora de una de los edificios donde recientemente se han instalado rejas, Teresa Martínez Sólis, ya advirtió que al que intente introducirse a estas áreas -así sea un niño por una pelota-, le rompe la cara".