San Fernando es el panteón más céntrico de la capital de México. Es también el más poco visitado y puedo asegurar que de toda la capital y los que a ésta llegan de visita, de cada mil, acaso uno ha estado ahí.
Conocí San Fernando, el año de 1958 y visitado otros años después, es un lugar que trae recuerdos, gratos momentos y que nos trae algo de una broma que nos causa risa.
Al llegar a la capital, tuvimos que rentar un apartamento por el rumbo de la colonia Santa María. Todo estaba en orden en el contrato. Tenía los 2 meses de adelanto, la firma del aval. Todo listo para tomar posesión de nuestro hogar capitalino y de pronto nos preguntó el que hacía el contrato “¿tienen hijos?”, respondí afirmativamente: tenemos 7 hijos. No me contestó nada en ese momento, pero al día siguiente, al acudir a recoger el contrato, lo que me entregó fue el depósito efectivo y me hizo saber que se había anulado el contrato.
Al comentarle lo sucedido a un abogado de nuestra amistad, sonrió y nos dijo: Nunca digan nada de hijos, menos el número de éstos.
Cuando, conseguimos un nuevo apartamento en Villa de Cortés y cuando nos preguntaron por los hijos, sólo contesté que estaban en el panteón. No hubo problemas y tuvimos nuestro apartamento.
Rodeado de altos pilares y protegido por rejas de fierro, está el “Panteón de San Fernando” que está ubicado en las calles de Guerrero y avenida Hidalgo, junto a la iglesia de San Fernando.
De lejos semeja una casa de antaño que está rodeado de jardines.
El acceso del cementerio es una angosta puerta de fierro que da a un patio con un corredor a la izquierda y otro más delante a la derecha, donde están las tumbas de preclaros hombres de la patria.
Leyendo las inscripciones de las lápidas, nos transmiten páginas de la historia de México, aunque debemos confesar que la historia no es completa y que en muchas partes no han llegado al conocimiento general, muchos hechos y nombres que hasta ahora nos son desconocidos.
Aquí están dos tumbas vacías y quedaron como mudo testigo de un efímero reinado, una tumba estaba destinada para el Emperador Maximiliano, que fue fusilado en el Cerro de las Campanas en Querétaro. Los restos de este emperador descansan en la iglesia de los Paulinos, en el cementerio real de Viena, Austria.
Otra es la tumba que ocupó el General Miguel Miramón y cuyos restos están ahora en la Catedral de Puebla. El otro mexicano fusilado junto a Maximiliano, Tomás Mejía, está junto a la tumba que ocupó su jefe.
Está la tumba de Vicente Guerrero, el consumidor de la Independencia, junto a ella están las de su hija y el esposo de ella.
Para don Benito Juárez, el Benemérito, ocupa un mausoleo de dieciséis columnas de piedra, con una pequeña reja verde y el escudo nacional fundido en bronce y la frase eterna “El Respeto al Derecho Ajeno es la Paz”.
Entre muchas tumbas, está la de Domingo de Alvarado, en las fiestas patrias ¿se le ha nombrado alguna vez?, él fue jefe de las compañías que defendieron a Chapultepec. Otra la de Rómulo del Valle, cuyo epitafio en su tumba dice: “Defensor de la Independencia y Libertad Patrias”. El General José María Arteaga, defensor de Uruapan y otros más.
Muy pocas tumbas son visitadas, una de ellas por ejemplo la del General Martín Carrera, que fue presidente de México, otro presidente, don Ignacio Comonfort, reposa junto a los restos de su esposa. Cerca de la tumba del héroe del 5 de mayo, el General Ignacio Zaragoza, están las de su esposa Rafaela Padilla de Zaragoza y de su hija, Dolores Zaragoza de Navarro.
Cuando el dueño del apartamento de Villa de Cortés que rentamos, se dio cuenta de nuestros hijos, me preguntó: ¿No dijo que sus hijos estaban en el panteón? Si ya no le mentí, estaban en el panteón de San Fernando, visitando las tumbas de los personajes... DE LA HISTORIA DE MÉXICO.
TLALPAN, D.F. AÑO 2002.