Siempre que el tiempo lo permite, nos gusta desviarnos en donde los árboles y musulmanes construyen sus mezquitas y adornaros éstas con el excelso estilo Mudéjar. Este estilo se encuentra en gran parte de España, como Toledo, Ávila, Córdoba, Sevilla, Granada, Salamanca, Segovia, etc., etc.
Principalmente las ciudades que más admiro son: Sevilla, Granada, Toledo y Córdoba. Hoy les contaré las maravillas de Córdoba, la que “conocí” por las charlas que me contó el maestro Manuel Guillermo Lourdes, cuando estuve en su estudio por casi 4 años.
Lourdes estuvo en Córdoba y allí tomó clases con Julio Romero de Torres, me contaba de los rincones atractivos cordobeses y de su historia desde que se construyó hace más de dos mil años. El principal monumento islámico es la mezquita (siglo XII) modificada luego por el Rey Carlos I, como doble catedral, musulmana y cristiana; cuando le reprocharon el haber destruido parte de este monumento, experimentó tardíos arrepentimientos.
Córdoba según sus conquistadores ha sido, romana, visigoda, hebrea islámica y cristiana. El trazo arquitectónico ocupa un vasto rectángulo de 179 metros de largo por 129 de ancho.
Cruzar el puente romano, sobre el río Guadalquivir es una experiencia que no se olvida; por sus monumentos se observa que empieza a fertilizar espiritualmente las tierras cordobesas que a finales del siglo VI, Córdoba fue la capital católica de Andalucía.
Para comprender el misterio de la Córdoba histórica, hay que caminar por sus callejones, sus estrechas y retorcidas calles, llegar a la Judería y a sus patios, donde todo el año, por sus flores y plantas verdes que la adornan, siempre es primavera.
Toda Córdoba es acogedora, sus callejuelas están cargadas de historia, un lugar que siempre visitamos es la plaza del Patio que fue el lugar más popular desde el siglo XV, que conoció Cervantes de Saavedra y la menciona en las páginas del Quijote. Se trata de una plaza espaciosa de forma rectangular de equilibrada arquitectura, en el centro una pequeña fuente de piedra del siglo XVI, coronada con un pequeño y brioso potro encabritado, la sensación incomparable de tocar las piedras de la fuente, las piedras del piso y escalones que se preservan desde el año de 1577 en que fue construida, es enriquecedor. A un lado está la célebre “Posada del Potro” por el otro costado de la fachada del que fue Hospital de la Caridad construido, según da a conocer una placa en el siglo XV y al lado de ésta, la entrada a los museos Provincial de Bellas Artes y la que fue casa y estudio de Romero de Torres.
En el Museo Provincial de Bellas Artes, hay obras de gran valor artístico, de Zurbarán, de Goya, Murillo, Ribera, Valdez Leal y otros.
A la salida del museo, cruzando el patio jardín, se encuentra la Sala Estudio de Julio Romero de Torres y en sus diversas salas se exhiben numerosos cuadros del pintor cordobés. Lourdes me contó que había una sala especial donde se exhibían apuntes, dibujos y cuadros de los muchos alumnos que tuvo Romero de Torres. Lourdes dejó en el estudio del pintor una acuarela, un dibujo al carbón y un óleo. Pregunté por la sala y me dijeron que estaba en reparación y todas sus obras guardadas.
Ubicado en la Plaza de Maimónedes, está el Museo Municipal de Arte Cordobés y Taurino. En varias salas se guardan recuerdos de toreros cordobeses tales como “Lagartijo”.
Debo confesar que no soy un amante de la fiesta taurina pero sí quería conocer la sala dedicada a Manolete, (que tuve oportunidad de conocer en Torreón), se exhibe un busto y el traje de luces usado el día de su alternativa, varias fotos y cuadros, el capote, muleta, estoque que utilizó en su última faena torera, la que le costó la vida en Linares. También se exhibe la piel de “Islero” el toro que lo mató el 28 de agosto de 1947.
Por último visitamos el cementerio de Nuestra Señora de la Salud, donde descansa en el Mausoleo en mármol blanco, este torero.
Hablarles de las muchas iglesias de Córdoba, nos llevaría días, sólo llegamos a la iglesia de Santa Marina, donde en la pequeña plazuela está de pie... EL MONUMENTO DE MANOLETE.
CÓRDOBA, ESPAÑA. AÑO 2002.