Por Alfonso Navarro/Notimex .- En un documento de gran profundidad racional y doctrinal, los obispos mexicanos han fijado su posición definitiva, contundente, frente al espinoso tema de la clonación humana. Se trata de un texto trascendental que bien pudiera ser calificado de histórico. Y es que, en el fondo de la cuestión, palpita la duda general acerca de la licitud o no de la clonación de seres humanos; es decir, acerca de la manipulación genética con fines aparentemente nobles; más aún, atractivos para el desarrollo de la medicina y, finalmente, benéficos para la curación de enfermedades. Sin embargo, frente al beneficio que unos pudieran obtener se levanta esta pregunta: ¨es lícito utilizar a otros como animales de laboratorio para luego sacrificarlos y destruirlos? La pregunta golpea, y no creo que ningún mexicano pueda mantenerse en el cómodo sillón de la indiferencia. A fin de cuentas se halla en juego el concepto de la dignidad del ser humano y la valoración de la vida humana.
Algunos puntos asentados en el documento episcopal llaman especialmente la atención. De entrada, el texto inicia así: "La investigación científica para la promoción de la salud de la persona humana constituye un gran beneficio para la humanidad, que se debe alentar". Conviene resaltar este punto. Frecuentemente se puede leer y se oye decir que la Iglesia Católica es enemiga del progreso, contraria al avance de la ciencia. Nada más falso. Durante siglos la Iglesia conservó y enriqueció la filosofía, la cultura y la ciencia.
De su seno nacieron la universidad y la escuela moderna. Ella ha dado al mundo grandes científicos, incluidos premios Nobel modernos como Alexis Carrel, por citar sólo uno. Quizás la excepción se encuentre en el caso Galileo, tan mal conocido como manipulado por los ilustrados jacobinos. Pero, como es sabido, la excepción no hace la regla. Aunque conviene reiterar que la Iglesia no lo reconvino por herejía, como se quiere hacer creer, sino por la rebeldía de publicar como tesis una mera hipótesis acerca del movimiento de la Tierra. En suma, y retomando el hilo, la Iglesia Católica alienta, estimula la investigación científica, sobre todo cuando es benéfica para la humanidad. Pero no puede ser ajena al mal uso que de ella se pueda hacer.
Tal es el caso de la clonación de seres humanos. Los obispos mexicanos advierten que "los descubrimientos biotecnológicos, entre los que se encuentra la clonación, se difunden hoy con mayor facilidad; no así los criterios éticos que deben regularlos; con mayor razón si estos descubrimientos y técnicas se vinculan a intereses ideológicos, políticos o económicos". En efecto, ronda el peligro real de que intereses sórdidos, perversos, se apoderen de la clonación para trocarla en negocio o en fuente de poder, colocando al ser humano en calidad de simple mercancía.
SIGUE REFLEXIONES SOBRE LA CLONACION/DOS/mercancía Conviene recordar que toda persona humana es única e irrepetible, y que comienza en el momento mismo de la fecundación, de la unión del ovocito femenino con el espermatozoo masculino, dando lugar a un genoma humano distinto al del padre y al de la madre. Tal es el origen de todo ser humano en el vientre materno; mejor dicho, tal es el origen de la vida humana cuyo valor sagrado e inviolable es la fuente de igualdad entre los hombres, que hace ilegítimo el uso meramente instrumental de la existencia de uno de nuestros semejantes. Este uso manipulado en nada se diferencia del que conoció el mundo en los campos de concentración del siglo pasado, ni del de la esclavitud que hacía de los seres humanos objetos exportables para su uso o destrucción. Lo anterior aborda al recuerdo cuando se escucha que nuestro país rumia la posibilidad de convertirse en maquila de embriones humanos para su experimentación y exportación.
¨Sueño guajiro? ¨Exageración febril? Los pasos que se están dando en el Congreso de la Unión en orden a legalizar la clonación humana demuestran que el temor de los obispos mexicanos tiene sólido fundamento. Por ello han dejado escrito en el documento de referencia: "Urge una legislación que impida a la ciencia, en vez de servir al ser humano, lo "use" en atención a sus intereses... Todo tipo de clonación humana debe ser prohibida y sancionada porque constituye un atentado al derecho a la vida". Párrafos antes, los obispos habían sentenciado: "Ningún ser humano puede ser instrumentalizado o usado para lograr el bien de otro". Creo que son reflexiones que deben mover a todo mexicano bien nacido a defender cualquier vida humana, así se halle en fase embrionaria, y a oponerse a la creación artificial de embriones humanos -que son seres humanos- para experimentaciones que obedecen a intereses bastardos.
(Notimex).