Reuters
BOGOTÁ COLOMBIA.- El Ejército de Colombia rescató ayer al obispo Jorge Enrique Jiménez y a un sacerdote que lo acompañaba, secuestrados por la principal guerrilla del país, en un hecho que el gobierno calificó como una gran victoria de sus rigurosas políticas de seguridad.
“Gracias a todos por sus oraciones. Fue un momento admirable de parte del ejército y la policía. Yo siempre he confiado en Dios y que Dios les pague a todos”, dijo sonriente monseñor Jiménez a los periodistas que lo rodearon en la Brigada 13 del Ejército, en Bogotá.
El rescate se produjo durante un operativo de tropas de despliegue rápido y de contrainsurgencia, comandado por el jefe del Ejército, Carlos Alberto Ospina, desarrollado desde el jueves cerca del municipio de Topaipí, en el central departamento de Cundinamarca, donde los dos religiosos fueran secuestrados.
“La fuerza pública más los ciudadanos somos invencibles”, dijo a la prensa la ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, quien precisó que el grupo de secuestradores lo componían cuatro hombres y dos mujeres.
Durante los combates de las fuerzas de seguridad con la guerrilla, que continuaban ayer en la tarde, murió uno de los secuestradores y otro fue detenido, dijo Ramírez, sin dar otros detalles del operativo.
El liberado obispo, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y quien se presentó a la prensa vestido con chaqueta y pantalón negro y una barba canosa de varios días, fue recibido por la ministra de Defensa y varios de sus colegas eclesiásticos.
El rescate se produjo después de que el presidente Álvaro Uribe ordenó intensificar la búsqueda del obispo, secuestrado el lunes por las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
“Recibo la noticia con mucha alegría hoy, en los 100 días de gobierno del presidente Uribe”, dijo la ministra de Defensa, quien subrayó la importancia del rescate para las Fuerzas Militares, presionadas por Estados Unidos para combatir con mejores resultados a los grupos armados ilegales del país.
La clave
Poco antes del anuncio del rescate, Uribe viajó a República Dominicana para asistir a la XII Cumbre Iberoamericana, que reune a más de una veintena de jefes de Estado y de gobierno.
Jiménez, de 60 años y quien también se desempeñaba como obispo de la diócesis de Zipaquirá, fue capturado por un grupo de rebeldes cuando se desplazaba hacia Topaipí para practicar el sacramento de la confirmación a un grupo de jóvenes.
Según las autoridades, las FARC pretendían agregar al obispo a una lista de políticos y mandatarios locales secuestrados para ser canjeados por insurgentes presos en las atiborradas cárceles estatales.
Entre los plagiados por los rebeldes, que dicen luchar para implantar un gobierno socialista en Colombia, se encuentran la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, dos ex ministros, un gobernador, 12 diputados regionales, cinco ex congresistas y 50 miembros de las Fuerzas Armadas.
Desde que el gobierno del ex presidente Andrés Pastrana rompiera en febrero los diálogos de paz con esta guerrilla, sostenidos durante tres años, el grupo rebelde recrudeció sus ataques contra la población civil y las fuerzas armadas estatales.
Los miembros de la Iglesia Católica, cuyo credo profesan la mayoría de los 40 millones de colombianos, también han sido víctimas del conflicto interno entre rebeldes de izquierda, paramilitares de ultraderecha y fuerzas armadas estatales.
Desde 1984, según la Conferencia Episcopal de Colombia, fueron asesinados 55 religiosos, entre ellos un arzobispo y un obispo, mientras que otros 18 -incluidos cuatro obispos- han sido secuestrados.