El Proyecto de Imagen Urbana lleva un 50 por ciento de avance
SUN-AEE
MÉXICO, D.F.- Algunos de los edificios construidos entre los siglos XVI al XX en el Centro Histórico estrenan nuevo aspecto, como resultado del avance de más del 50 por ciento del Proyecto de Imagen Urbana.
Jaime Ortiz Lajous, el arquitecto restaurador responsable de los trabajos en avenida 5 de Mayo, asegura que no existe precedente en la manera en que se propició la organización de los propietarios.
Por medio de votaciones, los dueños de la mayor parte de los 615 edificios ubicados en las 34 manzanas delimitadas por las calles Donceles, Venustiano Carranza, Eje Central y Plaza de la Constitución, tres responsables por cada una de las 13 calles que están dentro del programa, tomaron la decisión sobre cuáles edificios y en qué orden se realizarían los trabajos.
Los propietarios recibieron y manejaron de manera transparente los 70 mil pesos que les proporcionó el gobierno capitalino, con un condicionamiento de recibir asesoría y dirección para lograr la restauración, que en algunos casos incluyó la atención de grietas o muros caídos desde los temblores de 1985.
Jaime Ortiz Lajous, quien durante las inundaciones que la Ciudad de México padeció en los años 50 del siglo pasado, navegaba en lancha para llegar a clase a la Academia de San Carlos, habló de la desconfianza de los vecinos: “No creían nada, por tantos años de corrupción en las autoridades y porque en años anteriores se tomaron decisiones de realizar obras sin consultarlos y se les hicieron cobros forzados por las mismas.
Por eso, al principio, algunas personas no nos dejaron entrar en sus edificios cuando hicimos los estudios de diagnóstico”, refirió el restaurador del centro histórico de Quito, Ecuador, en los 90.
El edificio de “La Esmeralda”, ubicado frente al templo de La Profesa en cuya parte más alta se encuentra una escultura con una mano rota, permanecerá sin limpieza ni restauración, debido a que sus dueñas no quisieron entrar al programa.
Un ejemplo de atentado contra el patrimonio cultural lo proporcionó Ortiz Lajous, quien señaló que las obras en el hotel Gillow se encuentran detenidas por el INAH, debido a que el dueño de dicho inmueble violó el permiso que le autoriza a restaurar en el original estilo art decó la fachada de su inmueble, mientras que él empezó a montar una cornisa neocolonial.
Lo que falta por hacer
De las restauraciones pendientes se pretende continuar hacia la periferia, donde existen problemas de inseguridad y drogadicción, como en el entorno del mercado Abelardo L. Rodríguez, el área de San Sebastián, hacia La Lagunilla y Tepito.
El arquitecto Raúl Delgado anota como pendientes las calles La Soledad, Jesús María y el barrio de La Merced.
Las labores en fachadas e interiores no se inició al mismo tiempo en que se levantaban banquetas y asfalto -labor que concluyó el mes pasado- debido a que la instalación de drenaje, electricidad y teléfono requieren de tiempos distintos a los que exige la restauración.
Enrique Cervantes, el arquitecto en jefe del Proyecto de Rehabilitación y Mejoramiento del Centro Histórico, refirió que los trabajos se realizan con apego a las disposiciones de la UNESCO, así como del INAH.
“No tratamos de hacer una ciudad colonial o una urbe pintarrajeada. Respetamos las características de cada edificio, según la época a la que pertenece”, detalló el especialista.
Por parte del INAH, el arquitecto Raúl Delgado, titular de la Dirección de Monumentos Históricos, describió al Proyecto de Imagen Urbana como “agua y jabón para los inmuebles históricos”.
En el caso de edificaciones contemporáneas, explicó, se les hicieron trabajos de limpieza, pintura y reparaciones epidérmicas de su rostro o fachada.
El arquitecto especializado en patrimonio inmueble de México detalló que se retiraron cables, así como elementos ajenos a la esencia de los inmuebles y en casos como el templo de La Profesa, se eliminaron los detritus de las palomas.
Pedro Bocker, propietario de un establecimiento de ferretería que se ubica en la esquina de 16 de Septiembre e Isabel La Católica desde hace más de 100 años, realizó una labor importante a la hora de convencer a los dueños de los edificios, quienes en un principio mostraron desconfianza.
Los responsables del proyecto esperan que el año entrante los propietarios sean quienes pidan la inscripción en la siguiente etapa del Proyecto de Imagen Urbana, como ya ha comenzado a ocurrir en el área de nueve kilómetros cuadrados del Centro Histórico más grande de América Latina, donde 65 por ciento de las edificaciones fueron construidas en el siglo XX.
Antecedentes del proyecto
Con una inversión de 500 millones de pesos, el gobierno del Distrito Federal inició en marzo pasado el Programa de Rehabilitación del Centro Histórico de la Ciudad de México, que comprende el rescate del polígono Zócalo-Bellas Artes.
En principio, el proyecto de 40 hectáreas y 30 manzanas, estableció acciones de mejoramiento de la infraestructura, de las redes de drenaje y alumbrado público, así como dotar a la zona de mayor seguridad pública y reubicación de comerciantes ambulantes.
Según la directora del fideicomiso del Centro Histórico, Ana Lilia Cepeda de León, en los trabajos participa un grupo multidisciplinario, pues no sólo se busca el rescate del valor arquitectónico y estético de los edificios, sino también atender con la problemática social, demográfica, de seguridad pública, de vivienda y de comercio en la vía pública de la zona.
El proyecto se construyó con aportaciones de las secretarías de Desarrollo Urbano, de Obras y Servicios, y Desarrollo Económico, así como de la delegación Cuauhtémoc y del Consejo Consultivo del Centro Histórico.
Por su parte, Eduardo Terrazas, responsable del proyecto, señaló que la segunda línea de trabajo se realizará en forma paralela y consistirá en la promoción del ámbito mobiliario, con los mismos apoyos fiscales, locales y federales que se otorgan en el perímetro “A” para la recuperación de edificios y otras propiedades.
Este proyecto incluye la recuperación de plazas públicas, con la intención de hacer de este entorno un espacio con historia, pero también con proyección al futuro.