Las declaraciones del Director de Seguridad Pública de Torreón, en el sentido de que faltan diez años para que nuestra ciudad tenga una policía eficiente, implica un mal enfoque del problema de inseguridad y su solución. La declaración intenta justificar el retroceso notable que es percibido por la ciudadanía en ese rubro y que se resume en la respuesta que expresa un vocero de la Cámara Nacional de Comercio: “Con jefes como los actuales, ni en veinte años tendremos una policía eficiente”.
La policía de Torreón tuvo uno de sus peores momentos en la administración de Mariano López Mercado, en la que cayó en un grado de anarquía y deterioro, similar al que priva actualmente. Lo anterior ocurrió en virtud de que las autoridades de aquel entonces, hicieron a un lado esfuerzos realizados los doce años precedentes, desde que tuvo lugar la fundación de la academia hasta el punto de decadencia indicado, lo que revela que la solución al problema es cosa de constancia.
Durante la breve administración de Salvador Jalife se inició un nuevo plan estratégico con apoyo del Gobierno del estado y la inyección de recursos humanos y materiales, a partir de la creación de un fideicomiso soportado en la participación ciudadana. El esquema rindió frutos positivos en forma lenta pero consistente, que continuaron a lo largo de la administración de Jorge Zermeño, al impulso de la alternancia en el ejercicio del poder y de una mayor exigencia de la sociedad civil.
En los últimos tres años, la baja en el rendimiento de la corporación ha tenido lugar, acompañada de una extraña complacencia de los consejeros ciudadanos frente a un mal desempeño de la autoridad, que debe terminar. Los organismos de iniciativa privada deben remover a los actuales consejeros y substituirlos por otros, que exijan día con día el mejoramiento constante y paulatino del funcionamiento de la policía, pues esa es tarea cotidiana y no expectativa ni de diez ni de veinte años.