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Revelan detalles de la “guerra sucia”

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México, D.F.- La Procuraduría General de Justicia Militar y un juez castrense tienen en sus manos la confesión de diez miembros del Ejército que vieron el asesinato de guerrilleros entre 1975 y 1979.

Aunque en los testimonios hay evidentes contradicciones, todos coinciden en que los generales Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo, así como el mayor Francisco Javier Barquín Alonso, ordenaron matarlos de un tiro en la nuca en playas de Guerrero, para luego arrojarlos en las madrugadas desde un avión con las luces apagadas en costas de Oaxaca.

En el expediente del caso se puede leer que el agente del ministerio público reconoce que ha sido imposible dar con los cadáveres porque éstos fueron desaparecidos con la evidente intención de jamás encontrarlos. Por ello no ha podido cuantificar el número de personas que murieron a manos de la Policía Militar y se ha basado en los testigos para fincar el delito de homicidio calificado a Acosta, Quirós y Barquín.

Gustavo Tarín Chávez, quien declaró en Estados Unidos por estar bajo protección de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), asegura en su testimonio que los nombres de cada uno de los asesinados, la organización a la que pertenecían y la fecha en que recibieron el tiro en la nuca, todo quedó registrado en un supuesto libro de pastas negras que hasta el momento la Procuraduría Militar no ha visto, y que podría ser la prueba definitiva para corroborar nombres de desaparecidos.

"Los hacíamos sentarse en un banquito con la creencia de que los íbamos a fotografiar y así los ejecutábamos Mario Arturo Acosta Chaparro, Alfredo Mendiola, Alberto Aguirre Quintanar y Humberto Rodríguez Acosta. Era un disparo en la nuca con una pistola calibre 380 con silenciador", dijo Tarín.

Entre las contradicciones en las declaraciones está que Tarín afirma que eran ejecutados con una pistola calibre 380, el mecánico Margarito Monroy Candia, asegura que eran una UZI nueve milímetros.

También, Monroy declaró que los disparos se escuchaban "en la noche" y que las balas "zumbaban" antes de perderse en el mar, mientras Tarín señaló que el arma tenía silenciador.

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