MUXIA, España .- El rey Juan Carlos fue recibido el lunes respetuosamente por los pescadores gallegos cuyos empleos peligran por un gran derrame de combustible procedente de un tanquero que se hundió frente a la costa del noroeste español.
"Estamos muy agradecidos de que viniera para presenciar directamente el problema", dijo Daniel Castro, un patrón de pesca de 46 años. "Llegó y se ensució los pies. La única forma de solucionar un problema es meterse de lleno en él".
El monarca llegó en helicóptero y se entrevistó con los lugareños y con la asociación de pescadores.
"Sabemos que el rey sólo puede traernos su solidaridad, no una solución", dijo Javier Sar, presidente de la asociación de pescadores. "Pero incluso eso ayuda", agregó.
"Fuimos los últimos en darnos cuenta de la seriedad del problema", insistió Sar. "Nos cegó el optimismo .... Con cada día que pasa, la gente está más pesimista".
En una mañana fría y nublada, los voluntarios y el personal de las fuerzas armadas reanudaron la limpieza del litoral gallego, al mismo tiempo que preparaban más barreras flotantes para contener la marea negra. Barcos especialmente equipados de varios países europeos siguen succionando el combustible diesel, cuya principal fuga se encuentra a 19 millas náuticas (35 kilómetros) de la costa.
El diesel procede del tanquero Prestige, bahameño pero registrado en Liberia, que el 13 de noviembre se partió en dos durante una tormenta y se hundió. Unas 20.000 toneladas (5,3 millones de galones) escaparon del cisterna, que tenía sólo un casco. El resto, unas 57.000 toneladas, se hundió con el Prestige.
Unas 8.000 toneladas (2 millones de galones) fueron recuperadas en alta mar o en la costa, gracias a decenas de voluntarios que trabajan con palas, rastrillos y cubos.
Unos 15.000 pájaros han muerto o han sido lesionados por el combustible, según Enrique Díaz, del grupo ambientalista SEO BirdLife.
El derrame ha contaminado 164 playas, indicó el lunes el gobierno, aproximadamente desde La Coruña a Cabo Finisterre, frente al lugar en que sufrió una vía de agua bajo la línea de flotación el Prestige. Remolcado a alta mar, se hundió a 152 millas náuticas (245 kilómetros) al sudoeste del Cabo Finisterre.