MOSCÚ, RUSIA.- Decenas de miles de partidarios del comunismo marcharon ayer en toda la ex Unión Soviética para recordar la Revolución Bolchevique, mientras en Moscú una manifestación pro Kremlin pregonó a los cuatro vientos los logros del presidente ruso, Vladimir Putin.
Los comunistas de Rusia, donde el 7 de noviembre sigue siendo un día festivo pero ahora honra "la concordia y la reconciliación", esgrimieron pancartas rojas y retratos de los viejos líderes soviéticos para conmemorar la insurrección de 1917 que llevó al poder al fundador del estado soviético, Vladimir Lenin.
"Sigo siendo un comunista porque quiero una vida normal pero lo que tengo hoy es sólo pobreza", dijo el pensionado Oleg Khadeyev, de pie bajo pancartas rojas en las que se leía: "El capitalismo es guerra" y "Sí a otro Octubre Rojo".
"Putin es enemigo de Rusia", dijo Tatiana Tokareva, de 50 años.
El Partido Comunista, apenas reformado desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, todavía cuenta con un gran respaldo en Rusia. Aunque ya no es la facción más numerosa en la Duma, cámara baja del parlamento, todavía es el partido más popular del país, especialmente entre la vieja generación y en las áreas rurales.
A pocos metros de distancia de los altoparlantes de los comunistas que emitían a todo volumen himnos y vehementes discursos, miles de partidarios del grupo juvenil pro-Kremlin "Caminando Juntos" se reunieron bajo un mar de banderas tricolor rusas, en una manifestación para celebrar la liberación de Moscú de los invasores polacos en 1612.
Pavel Tarakanov, un estudiante de Moscú y uno de los organizadores de la manifestación, dijo que la victoria de 1612 puso fin a "años de caos".
"Esta victoria representa el glorioso espíritu de lucha de la Federación Rusa", dijo. "Nos gusta Putin como persona. Nadie se burla de él, como hicieron a diario con cada líder ruso desde Stalin. Putin no es cuestión de bromas".
Putin, de 50 años, todavía disfruta de una tasa de aprobación de más de 70 por ciento entre los rusos, según sondeos de opinión, a pesar de un asalto de guerrilleros chechenos a un teatro en Moscú, que terminó con la muerte de 120 rehenes a causa de un gas usado por las fuerzas especiales para neutralizar a los rebeldes.