Andrés Manuel López Obrador (gobernador de un estado inexistente) es, creo, un alcalde honrado. Sin embargo acaba de enredar a la ciudad más gran del mundo con un ex alcalde de New York que según ciertas cifras no fue tan impoluto. Hoy ya cobra por ocuparse de “la seguridad de México City”, aunque no ha aparecido por el DF. Sólo puso oficinas que deben costarle a la ciudad un ojo de la cara. AMLO, Marcelo Ebrard y, según “Le Point”, Carlos Slim - ¿y Soros? - le encargaron semejante simpleza a Rudolph Giuliani, como si un extranjero pudiera tener una varita mágica y desentrañar así como así la neta de la compleja macrourbe.
En ese puesto se necesita un mexicano que conozca a los mexicanos. Alguien familiarizado con las mafias autóctonas y extranjeras, con los gobiernos (perdón por el pleonasmo), que esté al tanto de la historia criminal de la metrópoli y anexas. ¿Le van a dar una beca al ex alcalde de NY para que aprenda? ¿Cómo podrían “enseñarle”, por ejemplo, los lazos existentes entre la bestialmente asesinada familia Narezo Loyola y otra que hace seis años corrió una suerte similar, la familia Balderas Figueroa? Giulani podría descubrir quizás que ambas pertenecían al rubro “robo de coches” y que había lazos entre ellas. Pero ¿cómo podría saber, por recordar algo delicado, que aquel Balderas le cuidaba a Raúl Salinas unos caballos de 100 mil dólares por cabeza que presuntamente el procurador salinista Carpizo le había confiscado al Chapo Guzmán y rematado a Raúl por la amabilísima cantidad de dos mil pesos pieza? Estas cosas que llevan a la verdad profunda sólo las pueden saber investigadores mexicanos que no le van a ir a rajar a un gringo.
A GIULIANI LE CUESTAN MUCHO LAS MUJERES y el periódico “El Norte” asegura que no se aparece porque anda muy ocupado obteniendo dinero para sus diferentes esposas. A la primera, Regina Peruggi, con la que vivió 14 años, quien sabe cuanto le dé. Lo bueno es que era su prima y se pudo deshacer de ella gracias al Vaticano. Adujo que cuando contrajo nupcias con su pariente se le olvidó pedirle a la iglesia “la dispensa” previa para casarse con una consanguínea, o sea para entrarle a la endogamia, si no es que al incesto y, claro, ahora sí le dieron la anulación. Pero para sacudirse a la segunda esposa Donna Hanover, sí que le costó: Nada menos que 6.8 millones de dólares. Y como alcalde ganaba 195 dólares al año. A su tercera compañera de la vida, Judith Nathan, enfermera retirada, según el diario, la llevó a París y a comprarle un zafiro de Ceylán (ése no es caro), rodeado de 10 brillantes. Siempre le echan los hombres la culpa a las mujeres. A lo mejor Giuliani no viene porque no le interesa México S.A. Trabaja para las compañías de la globa, Ernest Young, Nextel, Aon y para David Maltin “el zopilote que se alimenta de los restos de Worldcom”. Debe ser buen asesor financiero ya que hizo casi siete millones de dólares para divorciarse, ganando como un alcalde honrado de NY 16,250 dólares al mes. También ganó 2 millones de dólares con su libro “Leadership” - qué suertudos los autores gringos a los que sus editoriales no les esconden los libros -, pero esto no explica los casi siete de Donna.
¿Y a este cuate fuimos a contratar? ¡Por favor! “La Seguridad “ de Nueva York le produjo sospechosamente mucho dinero a Giuliani y por otra parte, ni tan segura la ciudad, cuando le tiraron con tal facilidad las Torres Gemelas, claro que pudo ser un arreglo con you know who. “Guliani Partners” ya están trabajando en Mexico City. ¿Sería mucho pedir que dieran cuentas de lo que hacen y de lo que cobran?
“GRACIAS, ZEFERINO” llevan aún escrito en su parte trasera muchos autobuses de Acapulco, esos que sólo se pasean, lavando quién sabe qué dinero, por la Costera en tanto las colonias carecen de ese servicio. Son “concesiones” a muchos políticos que brinda el Gobierno Estatal.
Creí que los dueños de los estorbosos y casi siempre vacíos camiones, agradecían cínicamente al alcalde Zeferino Torreblanca, que terminó su encomienda de tres años, el no haberlos desaparecido ya que son los culpables del congestionamiento de la Costera, hoy llamada también Cuauhtémoc II porque en ella permitió toda suerte de servicios como si no fuera la única avenida turística del puerto. Por cierto, respecto al Gigante frente al Centro de Convenciones, que pone ya tamaños anuncios de sus baratas en la banqueta, se me informa (tarde) que la esposa de Jorge Cuesta, quien fungió como publirrelacionista de Zeferino, está ligada a la familia Lozada, dueña de la cadena Gigante... Business is business y el panista-perredista de ocasión “ va ahora por la gubernatura del estado”. Sería bueno que la despistada Rosario Robles tomara nota de quién es en verdad.
Fueron los amigos de Zeferino a los que les dio obras los que pintaron los camiones ¡agradeciéndolas! Faltaba más. Lo hicieron antes de enterarse de las demandas en su contra en la PGR por presunto desvío de recursos, ya que el honrado alcalde no justificó sus gastos ante la Contraloría General del Estado. En el 2000, le faltaron 16 millones, en el 2001 alrededor de 169 millones y en este 2002 no justificó 98 millones. En materia de alcaldes, caras vemos.... y siempre nos ven las nuestras. www.manu-dornbierer.com