El 14 de noviembre último Argentina se convirtió en parte del triste club de los deudores más penosos del planeta: Zimbabwe, Iraq, Liberia y las bellas islas Seychelles, países que no le pueden pagar al detestable Banco Mundial lo que le deben. El gobierno argentino pagó nada más $79.2 millones de dólares los 805 mdd que debía soltar en ese momento. Según las reservas de que aún dispone se suponía que podría cubrir lo que el BM le solicitaba y probablemente no lo hizo, dicen los especialistas como un argumento táctico, o de rebeldía, dicen otros, porque el FMI se está haciendo el desentendido para un nuevo préstamo para combatir la actual y terrible miseria.
Lo malo es que se encuentra totalmente en manos de los gemelos bandidos y o paga o paga, pero no le van a dar ni un centavo destinado a aliviar a los más pobres y en seis meses el Banco puede exigir el total de 8.5 billones de dólares que le debe el país austral como deuda sin pagar, “in default “ y quien sabe qué pueda suceder.
EL CLUB DE LOS QUE NO PAGAN es bastante exclusivo, dice un irónico analista y sólo pertenecen a él los que tienen un retraso de seis meses en sus pagos al Banco Mundial. En sus cuatro primeras décadas ningún país cometió semejante crimen. Nicaragua fue el primero en 1984 que incurrió en tal horror. Pero desde entonces entonces 19 países se han vuelto miembros. El mundo le tiene pánico al Banco Mundial. Los países entrampados por él prefieren deberle a bancos comerciales y no a éste que es en realidad el instrumento más fuerte de la globalización, es decir de la colonización mundial.
Desde 1975 nada menos que 85 países han preferido enredar sus pagos a bancos comerciales que al BM y es que los bancos comerciales no pueden hacer nada contra los que no pagan, a no ser no volver a prestarles, pero el BM sí puede apoderarse de una nación -como lo hizo con Argentina- porque es el último que les queda a los que ya ningún banco normal les da crédito y porque detrás de él está la poderosa estructura económico-política de los dueños del mundo.
La presión, el miedo, la explotación, se llame como se llame, funciona. Este año países como Siria y El Congo pagaron sus atrasos sorprendentemente. Al borde del abismo, todos pagan por eso no obstante lo que acaba de hacer Argentina, hay todavía bancos que le mantienen abierto el crédito. Sin embargo la decisión argentina de “no pagar”, siendo el cuarto de los deudores del Banco Mundial, puede tener consecuencias graves para otros países como Brasil por ejemplo. La cantidad que dejó de pagar es mayor a lo que deben todos los demás deudores juntos.
Hasta la fecha en Latinoamérica habían dejado de pagar varios países: Perú, Nicaragua, Guatemala, Honduras y Panamá, pero ninguno de los tres más grandes Brasil, México y la propia Argentina.
PERO ¿QUÉ PUEDE HACER UN PAÍS EN TAL MISERIA? Más de la mitad de la población argentina se encuentra hoy en miseria extrema y eso es algo que el Banco Mundial ni ve ni oye ni le importa.
Los turistas que visitan hoy Buenos Aires para aprovechar la situación regresan contando que los restaurantes están llenos y que la capital sigue siendo la fabulosa ciudad que siempre ha sido. Cuantimás aceptan que hay mendigos en sus calles, algo que los orgullosos argentinos desconocían. Pero el hambre que afecta a cientos de miles en el campo, en las provincias, el desempleo total en ciertas regiones no parece importarles. Hay quien dice: Es cosa de los escandalosos medios de comunicación.
Y otros más claman aún, aunque usted no lo crea, por el regreso del traidor Menem, el vendedor de todo que dejó, diría Traven a un país otrora rico, “sin charamuscas que vender”. Creen en él en vez de colgarlo, como si fuera un mago que con varita mágica pudiera volver a aparecer lo que irresponsablemente, deshonestamente desapareció.
Comentando esta extraña actitud de algunos argentinos con una amiga sudamericana ergo conocedora del Cono Sur, me decía algo aterrador: En algunos países de Sudamérica la población, aun la instruida y con recursos, es analfabeta política. Ese analfabetismo se encuentra sobre todo en las clases ricas. Por eso, vemos que en Chile por ejemplo, a sabiendas y con el recuerdo fresco de los crímenes de Pinochet, de las torturas, de los miles de personas que tiraban sus aviones al mar después de aplicarles una inyección para dormirlas, haya gente que diga: Era necesario hacerlo. Obviamente, con gente que piensa de esa manera, es lógica la presencia actual de núcleos nazis en la región. Por fortuna, el “efecto Lula” está abriendo ojos y corazones.
Por supuesto, los economistas critican acremente la decisión argentina de demorar los pagos de su deuda. Todos son esbirros del BM. Pero quién quite y si otros países se unieran a la protesta y la globalización inhumana y galopante tuviera que enfrentar a una creciente fuerza populista en el buen sentido de defensora de los pueblos, que no sólo de la Macroeconomía que sólo beneficia a los ricos y a la imagen de los gobernantes atados al mismo carro.
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